31 de julio de 2012
Martes de la Décimo Séptima Semana
Durante el Año
Lecturas de
hoy:
Jeremías
14, 17-22 / Salmo 78, 8. 9. 11. 13 Señor, por el honor de tu Nombre, líbranos.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13,
36-43
Dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus
discípulos se acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en
el campo.»
El les respondió: «El que siembra la buena semilla es el
Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen
al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la
siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son
los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de
la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus
ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron
el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de
dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su
Padre.
¡El que tenga oídos, que oiga!»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Impresiona, al leer textos como el evangelio que se
nos presenta hoy, que haya cristianos que afirman que basta la fe para
“salvarse”. Contradicen a Jesús, quien afirma que en «la
cosecha
[…del] fin del mundo» Él hará que quiten «de su Reino todos los escándalos y a los
que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente».
Pero no se trata de juzgar ni de polemizar, ya que
cada uno es responsable de su propia conducta ante Dios (Catecismo 1734), por lo
que, si se comprende de esa manera la revelación, debe asumir una forma de
vivir coherente con este mensaje: hacer el “bien” o el “mal” no da lo mismo.
¿Qué es hacer el bien? Amar al prójimo tanto como
nos preocupamos y nos ocupamos de nuestro propio bienestar (Mt 22,39), siendo,
como el mismo Maestro, compasivos con los dolores y necesidades del otro (Mc 8,2), que es
tan hijo de Dios como yo (Ef 4,6).
¿Qué es hacer el mal? Lo contrario de lo anterior,
por cierto. No querer ver en el otro, especialmente en el necesitado, a Cristo
y servirlo (cf. Mt 25,41-46; Stgo 2,5-7).
Pero, como nos ha enseñado el mismo Señor y sus
enviados, nadie puede hacer siempre el bien, todos debemos decir «hemos pecado contra ti» (1L), más aún,
hacemos el mal que no queremos hacer
(Rom 8,19), por lo que todos necesitamos del Señor que nos libere
de esto (Sal).
Para sanar esa enfermedad de nuestra naturaleza
herida (Lc 5,31-32) es
que vino el Hijo de Dios a vivir nuestras experiencias humanas, haciéndose
semejante en todo a nosotros (Heb
2,17), excepto en la tendencia a desobedecer la voluntad
del Padre, que es otra forma de decir Pecado (Heb 4,15) y, desde esa experiencia,
enseñarnos cómo vencer nuestras tentaciones y apoyarnos durante ese caminar.
Sánanos, Señor. De la enfermedad del egoísmo, de la
enfermedad de la indiferencia frente al mal, de la enfermedad de la falta de
compasión. Sánanos, en fin, de todo lo que conoces bien que padecemos y guíanos
en el camino a ser compasivos y servidores como tú.
Buscando
multiplicar solidariamente el pan de la
Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.