26 de julio de 2012
Jueves de la Décimo Sexta Semana
Durante el Año
Lecturas de
hoy:
Jeremías
2, 1-3.7-8.12-13 / Salmo 35, 6-11 En ti, Señor, está la fuente de la vida.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13,
10-17
En aquel tiempo, los discípulos se acercaron y le dijeron:
«¿Por qué les hablas por medio de parábolas?»
El les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los
misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le
dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará
aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no
ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de
Isaías, que dice:
Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no
conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados
sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no
oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.
Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices
sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver
lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Mientras el profeta Jeremías recibía el encargo de «gritar a los oídos» de su pueblo el
recuerdo de todas las maravillas que el Señor había hecho por ellos (1L), la «inapreciable misericordia del Señor» (Sal), Jesús
dice que, como «miran y no ven, oyen y no
escuchan ni entienden […] porque el corazón de este pueblo se ha endurecido […]
para que su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure»,
porque, se sabe, nunca sana a nadie contra su voluntad, Él no perderá su tiempo
precioso y escaso (cf. Mc 1,29-39) en
darles más que el mensaje simple de las parábolas.
Entonces, extrayendo el mensaje para nuestra vida de
los textos que se nos proponen hoy, podemos ver que, una vez más, Dios nos da a
elegir entre uno u otro lado del camino (Deut 30,15): experimentar la abominación de
ser recipientes que no retienen el líquido que sacia la sed de auténtica vida,
por abandonarlo a Él, «la fuente de agua
viva» (1L),
o ser bienaventurados por “tener oídos para oír”, que en lenguaje bíblico quiere
decir poner el esfuerzo en “hacer la voluntad del Padre que está en el cielo” (Mc 12,50).
Abre y haz fecundos nuestros, sentidos, Padre bueno,
para que nuestros ojos vean, nuestros oídos escuchen y nuestra alma sienta
cuánto de bello tienes para hacer más plena nuestra vida. Así sea.
Llamados a
transmitir la Paz,
el Amor y la Alegría
del Buen Pastor,
Miguel.
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