Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

jueves, 28 de abril de 2011

Preparemos el Próximo Día del Señor

2° Domingo de Pascua
O de la Divina Misericordia
1 de mayo de 2011
Ciclo A

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO

Aleluya. Dice el Señor: Ahora crees, Tomás, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto! Aleluya.

Evangelio Jn 20, 19-31
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!» Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes.» Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.»  Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!» El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré.» Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!» Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.» Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!»  Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!»  Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

También se proclamarán los siguientes textos:
Primera Lectura Hechos de los apóstoles 2, 42-47
Salmo 117, 2-4. 13-15. 22-24 (R.: 1) ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!
Segunda Lectura 1 Pedro 1, 3-9
(Dibujo: Cerezo Barredo)

domingo, 24 de abril de 2011

Algo le ha pasado a mi muerte futura con la Resurrección de Jesucristo

Algo le ha pasado a mi muerte futura con la Resurrección de Jesucristo.
Antes que venga, yo puedo adelantarme y ganarle “el quien vive” a la muerte.
Puedo decirle:
“no me puedes robar la vida simplemente porque yo puedo regalarla
antes de tu visita”...
Jesús me ha enseñado a darla entera, cuerpo y alma.
Cuando venga la muerte, se quedará con un cadáver; no conmigo.
Mi cuerpo ya es del Señor.
Mis miembros vivos son del Resucitado
desde mi bautismo.
Soy uno solo: cuerpo y espíritu, uno solo en la vida verdadera.
La muerte no puede arrebatarme:
estoy en las manos de la Vida, para siempre, en la misma fuente de la Vida.
Ése que llevan al cementerio ya no soy yo:
que se quede la muerte diluyendo bajo tierra lo que es tierra.
No puede tocar a mi persona.
No puede mi amor ser consumido por los gusanos.
Aprendí de Cristo a darlo todo y todo lo entregado quedará para siempre, ciento por ciento en el Dios vivo.“Oh muerte ¿dónde está tu victoria?”
Estoy aprendiendo a mirarte de frente, a reconocerte vencida en la Cruz.
Afirmado en mi Señor Resucitado te miro, como mira un niño la jaula de los leones desde los fuertes brazos de su padre.
Todo entero incorporado al primer nacido de entre los muertos,
comparto desde ahora la vida nueva de mi Señor y Amigo:
En su cuerpo y en su sangre lo he puesto todo:
mi mundo, mis ojos, mis palabras, pensamientos; mis luces,
mis oscuridades, mis gozos y mis lágrimas;
mis acciones, sentimientos, mis anchuras, mis límites,
mi carne, mi espíritu y hasta las oscuras profundidades de mi ser.
¿Qué te queda, muerte, sino un poco de polvo?…Eres dintel solamente.
La Puerta es mi Señor.
Quedan de este lado los tiempos, las duraciones, los caminos.
Al atravesarte se rompen los límites y empieza la inagotable novedad.
Voy con Cristo, me basta ahora su camino de pobres, voy transfigurado,
nuevo y yo mismo, gratuitamente vencedor y vencido.
Cristo me arrebató,
me tomó para sí: ya no soy tuyo, muerte.
Así, humildemente vencida, te has hecho hermana:
“hermana Muerte”, pequeña, gris, servidora de nuestra Pascua.

P. Esteban Gumucio V., sscc

jueves, 21 de abril de 2011

Preparemos el Próximo Día del Señor

Domingo de Pascua de Resurrección
24 de abril de 2011
Ciclo A

VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO
Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Celebremos, entonces, nuestra Pascua.

Evangelio Jn 20, 1-9
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

También se proclamarán los siguientes textos:
Primera Lectura Hechos 10, 34a.37-43
Salmo 117, 1-2.16ab-17.22-23 (R.: 24 Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él)
Segunda Lectura Colosenses 3, 1-4

SECUENCIA
Cristianos, ofrezcamos al Cordero pascual nuestro sacrificio de alabanza. El Cordero ha redimido a las ovejas: Cristo, el inocente, reconcilió a los pecadores con el Padre.
La muerte y la vida se enfrentaron en un duelo admirable: el Rey de la vida estuvo muerto, y ahora vive.
Dinos, María Magdalena, ¿qué viste en el camino? He visto el sepulcro del Cristo viviente y la gloria del Señor resucitado. He visto a los ángeles, testigos del milagro, he visto el sudario y las vestiduras.
Ha resucitado a Cristo, mi esperanza, y precederá a los discípulos en Galilea. Sabemos que Cristo resucitó realmente; tú, Rey victorioso, ten piedad de nosotros.
(Dibujo: Cerezo Barredo)

domingo, 17 de abril de 2011

El camino de sufrimiento para lograr transformar el odio en amor


Nuestra celebración de Domingo de Ramos la presidió el Hermano Ricardo Menay.
Al momento de la homilía, nos recordó que este día comienza la Semana Santa, la que llamó “la semana más importante de nuestra historia”.
Luego, nos hizo notar que el relato de la Pasión escuchado (Evangelio según Mateo 26, 3-5.14—27,66), ya fue anunciado por el profeta Isaías (1ª. Lectura: Isaías 50, 4-7), para enseñar que la salvación no vendrá de la espada conquistadora, sino del sufrimiento de un inocente: por su amor y entrega total. Y que, posteriormente, el Salmo (N° 21/22) sería el mismo que oró Jesús en la cruz, el cual es muy doloroso, pero termina en una forma esperanzada.
Es decir, la Palabra del Señor se estaba cumpliendo: transforma el odio en amor y salvación.
Entonces, nos llamó a sentir que esa también es nuestra misión, ya que si logramos en nuestra vida y donde nos movemos transformar el odio en amor, inauguramos un mundo distinto: el Reino de Dios. Y así se completa nuestro bautismo: acompañamos a Jesús en su Pasión, Muerte y Resurrección. Pero debemos hacerlo con alegría, porque cuando entra el Señor como Rey, el mundo cambia.
Finalmente, nos señaló que la entrada triunfal a Jerusalén es para que el pueblo lo reconozca, pero Jesús sabe bien de las contradicciones humanas que se irán desatando y lo llevarán a su Pasión.
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.

jueves, 14 de abril de 2011

Preparemos el Próximo Día del Señor

Domingo de Ramos
17 de abril de 2011
Ciclo A

Antes de la Procesión de Inicio:
Proclamación del Evangelio Mt 21, 1-11
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos. Y si alguien les dice algo, respondan: “El Señor los necesita y los va a devolver en seguida”». Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: «Digan a la hija de Sión: Mira que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre un asna, sobre la cría de un animal de carga». Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado; trajeron el asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús se montó. Entonces la mayor parte de la gente comenzó a extender sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y lo cubrían con ellas. La multitud que iba delante de Jesús y la que lo seguía gritaba: «¡Hosana al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas!» Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y preguntaban: «¿Quién es éste?» Y la gente respondía: «Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea».
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

En la Liturgia:
Primera Lectura Isaías 50, 4-7
Salmo Sal 21, 8-9.17-18.19-20.23-24 R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Segunda Lectura Filipenses 2, 6-11
Evangelio Mateo Mt 26, 3-5.14—27,66
(Dibujo: Cerezo Barredo)

domingo, 10 de abril de 2011

Para ser recibidos con los brazos abiertos en la otra vida

El 5° Domingo de Cuaresma, celebramos la Liturgia de la Palabra presidida por el ministro Dionisio.
Comenzó el comentario de la Palabra invitándonos a que dijéramos lo que nos llegó del Evangelio proclamado (Jn 11, 3-7. 20-27. 33b-45). Se comentó que el tema es tener fe, paciencia y creer que Jesús nos ayudará cuando sea necesario.
Luego recordó que estamos a unos días de la Semana Santa y para vivirla debemos estar preparados pensando, reflexionando y siendo mejores personas.
A continuación hizo mención de la persona que se encontraba en el velatorio, una hermana que participó en nuestra capilla, recientemente fallecida y que sabemos que resucitará porque irá al encuentro del Padre.
En seguida dijo que el Evangelio quiere mostrar que Jesús estará siempre con nosotros, que su misericordia y su poder son para hacernos entender que hay otra vida donde no habrá más penas.
Creer en que Él es la Resurrección y la Vida es lo que nos pide y hay que hacer para ser buenas personas, para que al final nos reciba con los brazos abiertos.
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.

jueves, 7 de abril de 2011

Preparemos el Próximo Día del Señor

Quinto Domingo Cuaresma
10 de abril de 2011
Ciclo A

VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO Jn 11, 25a.26

Dice el Señor: Yo soy la Resurrección y la Vida.
El que cree en mí no morirá jamás.

Evangelio 11, 1-7. 20-27. 33b-45
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Las hermanas de Lázaro enviaron a decir a Jesús: «Señor, el que tú amas, está enfermo.» Al oír esto, Jesús dijo: «Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando oyó que éste se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Después dijo a sus discípulos: «Volvamos a Judea.» Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas.» Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.» Marta le respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.» Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»  Ella le respondió: «Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo.»  Jesús, conmovido y turbado, preguntó: «¿Dónde lo pusieron?» Le respondieron: «Ven, Señor, y lo verás.» Y Jesús lloró. Los judíos dijeron: «¡Cómo lo amaba!» Pero algunos decían: «Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podía impedir que Lázaro muriera?» Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, y dijo: «Quiten la piedra.» Marta, la hermana del difunto, le respondió: «Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto.» Jesús le dijo: «¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?»  Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.» Después de decir esto, gritó con voz fuerte: «¡Lázaro, ven afuera!» El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: «Desátenlo para que pueda caminar.» Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

También se proclamarán los siguentes textos:
Primera Lectura Ezequiel 37, 12-14
Salmo Sal 129, 1-2. 3-4. 5-6a y c y 7a. 7b-8 (R.: 7 En el Señor se encuentra la misericordia.)
Segunda Lectura Romanos 8, 8-11
(Dibujo: Cerezo Barredo)

domingo, 3 de abril de 2011

Los cristianos estamos en este mundo para mejorarlo, viendo y diciendo lo que está mal.

El 4° Domingo de Cuaresma, celebramos la Eucaristía presidida por el padre Andrés Labbé.
Al comenzar la homilía nos dijo que la Escritura se hizo para que nosotros encontremos en ella el sentido de lo que nos pasa.
Luego, indicó que el tema de hoy era el ver, que al acercarse a Jesús uno puede caminar viendo. Porque de repente andamos desorientados, equivocándonos, sumidos en el error y ahí le pedimos poder ver el camino correcto.
En el Evangelio (Jn 9, 1-38) encontramos a Jesús dándole la vista a un ciego que no se lo ha pedido. Y el hombre que tranquilamente pedía monedas, ahora se mete en problemas, ni sus padres quieren dar testimonio de él. Se mete en problemas por insistir ante los adversarios de Jesús que él no veía y ahora sí. Y es expulsado de la sinagoga, es decir, de la comunidad. Es excomulgado.
Teniendo presente además la carta del Arzobispo de Santiago (en post anterior a éste) que se leyó, explicitó que los cristianos estamos llamados a “ver”, porque la verdad no es una ofensa, sino libertad, explayándose en esto diciendo que debemos ser inquietos, preguntones, querer ver las cosas como son, penetrar en las situaciones, entenderlas; los cristianos adultos debemos entender la realidad social, política, de nuestra capilla, etc.
Para eso es importante ver con claridad, sin temor a las crisis (el ciego tuvo una crisis al comenzar a ver). Nos dijo que los denunciantes de sacerdotes  nos hicieron un favor, ya que, después de un proceso con todo lo que les tocó vivir, “vieron” y se metieron en problemas, porque muchos los critican por lo que dijeron.
El padre Labbé nos enseñó que los cristianos estamos en este mundo para mejorarlo y sin crítica no se puede mejorar. No debemos preocuparnos tanto por el respeto a ciertas dignidades, porque el único que tiene que permanecer en alto es el Señor Jesús.
Nos contó la historia de una congregación que tenía en su entrada un largo pasillo con imágenes de santos y al fondo estaba Cristo, entonces el maestro al recibir a los novicios los hacía recorrer el pasillo y al llegar al final les decía que todos esos personajes de la entrada se caerían alguna vez, pero el único que no caería nunca sería el Señor. Entonces, remató su idea diciendo que no hay que “canonizar” a nadie, porque incluso los santos reconocidos han tenido caídas. Por eso es importante ver lo que falla y a quienes fallan, orando por ellos, pero reafirmándonos en que no debemos poner la confianza total sino en Dios.
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.

Hoy más que nunca, permanezcamos en su amor

Mensaje del Arzobispo de Santiago a los fieles y comunidades de la Arquidiócesis

Hermanas y hermanos de la Arquidiócesis:

Con renovada esperanza me dirijo a ustedes en este tiempo de Cuaresma que nos prepara para la Semana Santa y la Pascua de Resurrección. Lo hago en un momento de gran dificultad para la Iglesia de Santiago. Es comprensible el dolor, el desconcierto y la inquietud que experimenta una comunidad cuando personas consagradas a Jesucristo, de quienes se espera un testimonio coherente de amor y servicio, incurren en gravísimas faltas que dejan víctimas, escandalizan y desilusionan.

Frente al abuso sexual, que a los ojos de Dios es también un “espantoso pecado”, no podemos quedar indiferentes. En ningún caso esta violencia contra los más pequeños y vulnerables puede ser justificada o protegida. Como Iglesia, nos corresponde trabajar y colaborar decididamente para sacar de raíz este mal de nuestra sociedad, y asumir un rol activo en la prevención a los niños y niñas en todas las instancias pastorales y educativas católicas.

Los fieles de la Arquidiócesis pueden estar seguros de que su pastor hará todo lo que esté a su alcance para que se establezca la verdad y se logre la justicia en las denuncias que involucran a personas consagradas. No debemos temer la verdad que nos hace libres; darla a luz puede resultar doloroso, pero nos regala también la esperanza de tiempos mejores en una Iglesia purificada. Por eso, reafirmo mi voluntad de garantizar un debido proceso canónico para quienes se sientan legítimamente lesionados en sus derechos y, al mismo tiempo, reitero la invitación que ya formulé a colaborar con la justicia civil como ciudadanos corresponsables del bien común. Reitero el llamado a las personas que, en conciencia, quieran presentar su testimonio sobre situaciones de esta naturaleza, para que lo hagan con plena confianza en las instancias previstas por la Iglesia y por la Sociedad Civil.

Sé que en muchas comunidades este tema se está reflexionando con sinceridad y respeto. Es necesario fomentar un diálogo abierto, en un ambiente de respeto, fe y fraternidad, a fin de que los fieles tomen mayor conciencia de sus derechos y deberes, tanto en lo referido a proteger la integridad de los menores, como en la conveniencia de revisar estilos de acogida y acompañamiento, de liderazgo y autoridad.

Invito a todos los fieles a un tiempo de especial oración por los sacerdotes y consagrados de nuestra Iglesia. Pidan al Padre de misericordia que nos haga dóciles a su Espíritu; que sepamos ser humildes servidores suyos en cada persona y en sus necesidades. Demos gracias por el testimonio de tantos presbíteros y diáconos, religiosos, religiosas, laicos y laicas cuya vida entera refleja al Señor en el servicio que prestan a su pueblo. Que el desborde de fe y de gozo de estos discípulos – misioneros, nos vuelva a Cristo, centro de la vida y misión de la Iglesia; una Iglesia que queremos humilde y servidora, casa abierta y acogedora, “mesa para todos” y recinto seguro de crecimiento humano y cristiano, para niños, jóvenes y familias.

En la herida abierta que desconsuela, el Señor nos dice: “No teman”; “como el Padre me ama a mí, así los amo yo a ustedes. Permanezcan en mi amor” (Jn 15,9). Permanezcamos unidos a Cristo, como la rama a la vid, y produciremos frutos abundantes. El dolor de este tiempo de poda, nos eduque. Sabemos que alcanzará sentido purificador y fecundo en Cristo Resucitado. La noche puede ser larga, pero finalmente amanecerá la luz, la luz verdadera, la que ilumina a todo hombre y que es Cristo el Señor. Los invito a caminar tras esta luz con confianza y perseverancia.

Con afecto de padre y pastor los saluda y bendice,

† Ricardo Ezzati A.
Arzobispo de Santiago