30 de julio de 2012
Lunes de la Décimo Séptima Semana
Durante el Año
Lecturas de
hoy:
Jeremías
13, 1-11 / Salmo Dt 32, 18-21 Despreciaste al Dios que te engendró.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13,
31-35
Jesús propuso a la gente otra parábola:
«El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que
un hombre sembró en su campo. En realidad, esta es la más pequeña de las
semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte
en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus
ramas.»
Después les dijo esta otra parábola:
«El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que
una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa.»
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de
parábolas, y no les hablaba sin parábolas, para que se cumpliera lo anunciado
por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde
la creación del mundo.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Hay «cosas que
estaban ocultas desde la creación del mundo», pero no porque Dios no haya
querido comunicarlas (cf. Rm
1,19), sino porque los hombres y mujeres a través de la
historia «no han escuchado»,
siguiendo «los impulsos de su corazón
obstinado» (1L).
«Entonces dijo: Les ocultaré mi rostro,
para ver en qué terminan» (Sal).
Y, por cierto, no podía terminar en nada bueno algo así, por lo que «cuando se
cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer […],
para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos.» (Gal 4,4-5)
En esa ardua tarea por nuestra redención, para
adoptarnos por su amor gratuito, el Maestro buscó acercar a nuestro pobre y
torpe entendimiento lo inmensa que es la misericordia de Dios por la humanidad,
usando un lenguaje sencillo, lleno de imágenes: «por medio de parábolas».
¿Qué nos enseña hoy? Que el amor de Dios hecho
concreto en nuestra historia y al que Jesús llama “Reino de Dios”, puede
parecer pequeño (a veces ni se lo percibirá), pero cuando alcanza su máximo
desarrollo, cuando «fermenta toda la
masa», que es la Creación
completa, es decir, cuando es asumido
y vivido por sus hijos, llega a ser tan inmenso que todos querrán cobijarse en
él.
Es decir, hoy nos llama a que la pequeña semilla de
mostaza que nuestros padres u otras buenas personas sembraron alguna vez en
nuestro corazón, dé el buen fruto de hacernos comprender la misión que a cada
uno nos ha sido asignada y nos lance a fermentar a la humanidad con el contagio
de ese amor activo y efectivo, en su Nombre.
Señor Jesús, gracias a ti llegamos a ser hijos del
Padre Bueno y quieres que con la fuerza de tu Espíritu agradezcamos ese y
tantos otros dones y gracias, amando como tú nos amaste. Te pedimos nos
refuerces en los deseos de seguirte fieles a esa misión y a hacer la voluntad
del Padre, para la felicidad de nuestros hermanos. Así sea.
Buscando multiplicar
solidariamente el pan de la Paz,
el Amor y la Alegría,
Miguel.
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