Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

domingo, 24 de abril de 2011

Algo le ha pasado a mi muerte futura con la Resurrección de Jesucristo

Algo le ha pasado a mi muerte futura con la Resurrección de Jesucristo.
Antes que venga, yo puedo adelantarme y ganarle “el quien vive” a la muerte.
Puedo decirle:
“no me puedes robar la vida simplemente porque yo puedo regalarla
antes de tu visita”...
Jesús me ha enseñado a darla entera, cuerpo y alma.
Cuando venga la muerte, se quedará con un cadáver; no conmigo.
Mi cuerpo ya es del Señor.
Mis miembros vivos son del Resucitado
desde mi bautismo.
Soy uno solo: cuerpo y espíritu, uno solo en la vida verdadera.
La muerte no puede arrebatarme:
estoy en las manos de la Vida, para siempre, en la misma fuente de la Vida.
Ése que llevan al cementerio ya no soy yo:
que se quede la muerte diluyendo bajo tierra lo que es tierra.
No puede tocar a mi persona.
No puede mi amor ser consumido por los gusanos.
Aprendí de Cristo a darlo todo y todo lo entregado quedará para siempre, ciento por ciento en el Dios vivo.“Oh muerte ¿dónde está tu victoria?”
Estoy aprendiendo a mirarte de frente, a reconocerte vencida en la Cruz.
Afirmado en mi Señor Resucitado te miro, como mira un niño la jaula de los leones desde los fuertes brazos de su padre.
Todo entero incorporado al primer nacido de entre los muertos,
comparto desde ahora la vida nueva de mi Señor y Amigo:
En su cuerpo y en su sangre lo he puesto todo:
mi mundo, mis ojos, mis palabras, pensamientos; mis luces,
mis oscuridades, mis gozos y mis lágrimas;
mis acciones, sentimientos, mis anchuras, mis límites,
mi carne, mi espíritu y hasta las oscuras profundidades de mi ser.
¿Qué te queda, muerte, sino un poco de polvo?…Eres dintel solamente.
La Puerta es mi Señor.
Quedan de este lado los tiempos, las duraciones, los caminos.
Al atravesarte se rompen los límites y empieza la inagotable novedad.
Voy con Cristo, me basta ahora su camino de pobres, voy transfigurado,
nuevo y yo mismo, gratuitamente vencedor y vencido.
Cristo me arrebató,
me tomó para sí: ya no soy tuyo, muerte.
Así, humildemente vencida, te has hecho hermana:
“hermana Muerte”, pequeña, gris, servidora de nuestra Pascua.

P. Esteban Gumucio V., sscc

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