Nuestra celebración de Domingo de Ramos la presidió el Hermano Ricardo Menay.
Al momento de la homilía, nos recordó que este día comienza la Semana Santa , la que llamó “la semana más importante de nuestra historia”.
Luego, nos hizo notar que el relato de la Pasión escuchado (Evangelio según Mateo 26, 3-5.14—27,66), ya fue anunciado por el profeta Isaías (1ª. Lectura: Isaías 50, 4-7), para enseñar que la salvación no vendrá de la espada conquistadora, sino del sufrimiento de un inocente: por su amor y entrega total. Y que, posteriormente, el Salmo (N° 21/22) sería el mismo que oró Jesús en la cruz, el cual es muy doloroso, pero termina en una forma esperanzada.
Es decir, la Palabra del Señor se estaba cumpliendo: transforma el odio en amor y salvación.
Entonces, nos llamó a sentir que esa también es nuestra misión, ya que si logramos en nuestra vida y donde nos movemos transformar el odio en amor, inauguramos un mundo distinto: el Reino de Dios. Y así se completa nuestro bautismo: acompañamos a Jesús en su Pasión, Muerte y Resurrección. Pero debemos hacerlo con alegría, porque cuando entra el Señor como Rey, el mundo cambia.
Finalmente, nos señaló que la entrada triunfal a Jerusalén es para que el pueblo lo reconozca, pero Jesús sabe bien de las contradicciones humanas que se irán desatando y lo llevarán a su Pasión.
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario