PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA
DEL SEÑOR
23 de diciembre de 2012
Cuarto Domingo de Adviento
Lecturas:
Miqueas 5, 1-4
/ Salmo 79, 2-3. 15-16.
18-19 Restáuranos, Señor del universo
/ Hebreos 10, 5-10
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 39-45
En aquellos días, María partió y fue sin
demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó
a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su
seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
«¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor
venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte
del Señor.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Una vez
que el Ángel le ha aclarado las dudas, María se pone en la disposición del que
dice «Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad» (2L), con lo que acepta
hacer su aporte para que Dios pueda responder al requerimiento de su pueblo: «tú
que tienes el trono sobre los querubines, resplandece, reafirma tu poder y ven
a salvarnos» (Sal), lo que comenzará en «el momento en que dé a luz la que debe
ser madre» (1L). Desde entonces la joven nazarena será «la madre de mi Señor» y
hará saltar de alegría a los más pequeños del mundo.
A
un día de la Nochebuena y a unas horas del bello acontecimiento que es Navidad seguimos
llenando nuestro espíritu de Alegría, porque contemplaremos el saludo de María
a su prima Isabel, lo que provoca como efecto la primera manifestación del
profeta Juan, quien salta de alegría en el seno de su madre y le contagia a
ella su espíritu profético, ya que «llena
del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría
en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue
anunciado de parte del Señor”»
Es
que María, después del anuncio que recibió acerca del cumplimiento de las
promesas de Dios en el futuro nacimiento del que será su propio hijo con ella, sintió
la necesidad de compartir su alegría y dejándose inspirar por el Ángel, fue
donde la anciana embarazada que éste mismo le propuso como signo de que para
Dios todo es posible.
Pero,
como buena precursora de los futuros cristianos, más que hacer el anuncio de la
Buena Noticia con palabras, son sus actos los que hablan por ella. Porque se
dirigió, «sin demora a un pueblo de la
montaña de Judá» para felicitar, para compartir y para servir.
La
reacción de Isabel es alabar a María por haber sido escogida por Dios, y alaba también
al Señor que está en sus entrañas. Termina la alabanza señalando la actitud
creyente que María representa: es la que ha creído. Es decir, es la que ha sido
capaz de fiarse de Dios y aceptar lo que ella entendía que Él le proponía, por
complicado que pareciera.
Al
igual que María, cada cristiano es signo de la presencia de Dios: son las
actitudes de su vida y sus compromisos, los que reflejan la presencia y la
acción de Dios en el mundo: un servicio fraternal es siempre una ocasión de
llevar a Cristo a los demás. Visitar al que está en necesidad, siguiendo el
ejemplo de María, lo llenará de gozo.
El
evangelio de este Domingo nos da la increíble buena noticia de que Dios es
realidad humana y, a la vez, nos propone para aceptarlo el modelo creyente de
María.
María
nos trae la alegría con su anuncio de gozo: el Hijo del Padre Eterno, por obra
del Espíritu Santo, está en su seno. Y está cerca nuestro también, por el
anuncio que ella hace para que nos alegremos como Isabel y para que dentro de
nosotros, salte de gozo lo que está allí expectante por nacer. Gracias, Señor.
Expectantes ante
la llegada del Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.
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