17 de diciembre de 2012
Lunes de la Tercera Semana de
Adviento
Lecturas:
Génesis 49,
1-2. 8-10 / Salmo 71, 1-4. 7-8. 17 Que en sus días florezca la justicia
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 1, 1-17
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo
de Abraham:
Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de
Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. Judá fue padre de Fares y de
Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón; Esrón, padre de
Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de
Salmón. Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre
de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del
rey David.
David fue padre de Salomón, y la madre de
este fue la que había sido mujer de Urías. Salomón fue padre de Roboám; Roboám,
padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de
Jorám; Jorám, padre de Ozías. Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz;
Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón;
Amón, padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro
en Babilonia.
Después del destierro en Babilonia: Jeconías
fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud;
Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor. Azor fue padre de Sadoc;
Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar,
padre de Matán; Matán, padre de Jacob. Jacob fue padre de José, el esposo de
María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
El total de las generaciones es, por lo
tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el
destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia
hasta Cristo, catorce generaciones.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Podríamos marearnos con tantos nombres,
pero el objetivo de Mateo al relatarnos su versión de la genealogía de Jesús es
mostrarnos que, por medio de él se cumple que «el cetro no se apartará de Judá ni el bastón de mando de entre sus
piernas, hasta que llegue aquel a quien le pertenece y a quien los pueblos
deben obediencia» (1L), porque, como podemos encontrar en las
primeras líneas de este evangelio, por medio de José proviene de esa familia y
esa tribu.
Preparándonos para acoger en el pesebre
de nuestros corazones al Señor, reconocemos que a quien pertenece el bastón de
mando, es quien «no vino para ser servido, sino para servir» (Mt 20,28), por lo que, en los tiempos de su reinado se espera «que él defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos de los
pobres. Que en sus días florezca la justicia y abunde la paz, mientras dure la
luna» (Sal).
Se acerca Navidad y la palabra clave no
es comprar, como quiere convencernos la publicidad, sino compartir, como
proclama la Buena Noticia. Compartir la alegría de un Dios que se hace uno de
nosotros para hacernos uno con Él y, así, recibir sus regalos de paz, justicia
y auxilio a humildes y pobres, invitándonos a hacer otro tanto, para que
comprendamos que, como dice un seguidor fiel suyo, Pablo: «De todas las maneras
posibles, les he mostrado que así, trabajando duramente, se debe ayudar a los
débiles, y que es preciso recordar las palabras del Señor Jesús: “La felicidad
está más en dar que en recibir”» (Hch 20,35).
Guíanos, Señor, en el camino a despejar
y limpiar el pesebre de nuestro corazón, mediante la actitud solícita y cariñosa
por el hermano, que es la mejor forma de acogerte en él. Así sea.
Llenos del gozo
de haber recibido la Buena Noticia de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.
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