3 de noviembre de 2012
Sábado de la Trigésima Semana
Durante el Año
Lecturas:
Filipenses 1, 18-26
/ Salmo 41, 2.-3. 5 Mi alma tiene sed del Dios viviente.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 14, 1. 7-11
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno
de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo
los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:
«Si te invitan a un banquete de bodas, no te
coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra
persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos,
tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza,
tengas que ponerte en el último lugar.
Al contrario, cuando te inviten, ve a
colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te
diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los
invitados. Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla
será ensalzado.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Ayer meditábamos sobre la esperanza en
la Vida después de la vida que nace de la confianza en la propia palabra de
Dios y de su Hijo.
Hoy Pablo muestra su fe al respecto
diciendo «la vida es Cristo, y la muerte,
una ganancia» (1L) que es un eco del canto «Mi alma tiene sed de Dios, del Dios
viviente:¿Cuándo iré a contemplar el rostro de Dios?» (Sal). En eso creemos y en eso se basa nuestra fe.
Mejor aún, en Él creemos y en Jesús
basamos nuestra fe. Porque su vida –nuestro modelo- es la de alguien que «se
humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz» (Flp 2,8), por eso fue
ensalzado de tal manera que «Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre
todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en
la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre:
"Jesucristo es el Señor"» (Flp 2,9-11).
Creemos en ti, Señor, y a ti te queremos
imitar en tu actitud de entrega total. Para eso, te pedimos: danos lo que nos
pides y pídenos lo que quieras, para bien de nuestros hermanos. Así sea.
Permitiendo que
la fe en el Señor de la Paz, el Amor y la Alegría haga grandes cosas por
nosotros,
Miguel.
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