04 de octubre de 2012
Jueves de la Vigésimo Sexta
Semana Durante el Año
San Francisco de Asís
Lecturas de
hoy:
Job 19, 21-27 / Salmo 26, 7-9. 13-14 Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los
vivientes.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Lucas 10, 1-12
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos
en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía
ir.
Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores
son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la
cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven
dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el
camino.
Al entrar en una casa, digan primero: "¡Que descienda
la paz sobre esta casa!." Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa
paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa
misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su
salario.
No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y
sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la
gente: "El Reino de Dios está cerca de ustedes." Pero en todas las
ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan:
"¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo
sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está
cerca."
Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos
rigurosamente que esa ciudad.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
En su caminar decidido hacia Jerusalén (Lc 9,51), lugar donde iba a
dar su testimonio final sobre el Padre y su amor (cf Meditación del martes reciente), Jesús no perderá la
oportunidad de anunciar su fe: «Yo creo
que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes» (Sal), haciéndolo «en todas
las ciudades y sitios» que existan en aquel
trayecto. Es que está colmado del fuego del Espíritu (Lc 12,49) y siente que no puede
desperdiciar ni un momento (1 Co 9,16). Como interpretando la frase de Job: «¡Ah, si se escribieran mis palabras y se
las grabara en el bronce; si con un punzón de hierro y plomo fueran esculpidas
en la roca para siempre!» (1L).
E imprime la misma urgencia, generosidad y confianza
en sus discípulos. Incluyéndonos…
La frase «la
cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los
sembrados que envíe trabajadores para la cosecha» la utilizamos
habitualmente en nuestra Iglesia para las oraciones y actividades vocacionales.
Pero generalmente circunscribimos ese llamado a los religiosos. Las palabras
siguientes «¡Vayan! Yo los envío» nos recuerdan que todos somos, como nos llamó
Aparecida, “discípulos misioneros”: llevemos la paz, el amor y la alegría del
Reino a todas partes, confiados en quien nos envía, sabiendo que aunque vamos «como ovejas en medio de lobos», la vara
y el cayado del Buen Pastor nos protegen hasta el punto de dar su vida por
nosotros (Sal 23,4; Jn 10,11).
Así lo entendió, entre otros muchos, Francisco de
Asís, ese héroe de la humanidad que la Iglesia celebra hoy.
Somos los trabajadores que esperas para la inmensa
cosecha del mundo que requiere compasión, solidaridad y compromiso con sus
dolores y flagelos. Envíanos, Señor.
Trabajando para
lograr la unidad que consiga que el mundo crea en Su Paz, Amor y Alegría,
Miguel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario