PREPAREMOS EL
PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
07 de octubre de 2012
Vigésimo Séptimo Domingo Durante el Año
Lecturas:
Génesis
2, 4. 7. 18-24 / Salmo 127, 1-6 Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida. / Hebreos 2, 9-11
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Marcos 10, 2-12
Se acercaron
algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: «¿Es
lícito al hombre divorciarse de su mujer?»
Él les respondió:
«¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?»
Ellos dijeron:
«Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella».
Entonces Jesús les
respondió: «Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del
corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, "Dios los hizo
varón y mujer". "Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y
los dos no serán sino una sola carne". De manera que ya no son dos,
"sino una sola carne". Que el hombre no separe lo que Dios ha unido».
Cuando regresaron
a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.
Él les dijo: «El
que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra
aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también
comete adulterio».
Palabra del Señor.
MEDITACION
«Cuando el Señor Dios
hizo la tierra y el cielo» (1L), es decir, como recuerda y enseña «aquel por quien y para quien existen todas
las cosas» (2L), el Señor Jesús: «desde el principio de la creación, "Dios los hizo varón y
mujer". "Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos
no serán sino una sola carne”». Así, en su infinita y misteriosa sabiduría,
le pareció bien, porque su plan original es la felicidad de los hombres y las mujeres
en esta tierra (Sal). Pero «la
dureza del corazón» que nos caracteriza, tuerce una y otra vez la senda que
Él nos traza.
Hoy, que se rehúye todo tipo de compromiso, más aún
el de pareja; hoy, que las expectativas de vida han crecido tanto que el “para
toda la vida” se caricaturiza como inaguantablemente eterno; hoy, que se quiere
desvirtuar el sentido del matrimonio aplicándolo a una reivindicación para la
vida de parejas homosexuales; hoy, que la cultura de masas impone una
exaltación de la soltería; hoy, que conocemos cifras en Chile que dicen que los
hogares monoparentales (sostenidos por una persona) el año 2000 llegaban a 19,7%, mientras
que en 2011 ascendieron a 27,4%. Hoy, que una vez más, esto es nadar contra la corriente, las
lecturas para este Domingo traen una fuerte afirmación acerca de que el amor, cuando es amor, no
tiene fecha de expiración.
Sobre lo mismo, recientemente nos han dicho nuestros
Obispos: “La libertad es una calidad del alma que nos permite ser tan dueños de
nosotros mismos como para hacernos capaces de morir por los otros. Dijo Jesús:
‘Nadie me quita la vida, yo la doy libremente’ (…) Del mismo modo nunca es más
libre un hombre o una mujer que cuando, olvidándose de sí, se entrega a su
pareja y se hace responsable del otro para siempre. El compromiso, más que un
límite, es una verdadera liberación” (Comité Permanente de la Conferencia Episcopal
de Chile, “Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile”, 27/09/2012).
Pero hay otra conclusión que se puede sacar
perfectamente de esto, en un sentido diferente al que tradicionalmente (en el
sentido más literal del término) se interpreta esta Palabra. Conociendo el
corazón compasivo del Padre y la libertad creadora del Maestro frente a todas las
normas humanas, nos atrevemos a decir que no a cualquier matrimonio –aunque se haya efectuado
ante un ministro válido de la Iglesia- lo ha “unido Dios”… Porque una pareja hecha
por conveniencia, una pareja nacida del engaño, una pareja en la que la
violencia física y sicológica demuestra que no surgió del amor, en fin... parejas
de ese tipo, Él, que es Amor y permanece en quienes permanecen en el amor (1 Jn 4,16), no querrá forzarlas
a soportarse. Por eso, un hijo suyo, un seguidor del compasivo Jesús, un
cristiano tocado por el Espíritu Santo unificador, no debe andar preocupado de si la comunión sí o no, y debe dejar el juicio al
único Justo, acogiendo con ternura a quienes han tropezado y han caído en este bello caminar y, por cierto, no buscaron fracasar.
Confiados en que sólo para ti es posible vencer
tantas dificultades que enfrentan nuestros matrimonios y nuestras familias, nos
acogemos confiados a tu misericordia. Danos también misericordia para no hacer
más amargo aún el trago de los que han fracasado en este proyecto y los
tratemos con tu amor. Así sea.
Tratando de
vencer la dureza de corazón para acoger su plan original de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.
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