23 de octubre de 2012
Martes de la Vigésimo Novena
Semana Durante el Año
Lecturas:
Efesios 2,
12-22 / Salmo 84, 9-14 El Señor promete la paz para su pueblo.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 12, 35-38
Jesús dijo a sus discípulos: «Estén
preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que
esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue
y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el
señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su
túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos. ¡Felices ellos, si
el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Un escritor inspirado por el Espíritu
Santo dijo en la antigüedad: «Voy a
proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz» (Sal). Y esa palabra se cumplió cuando Jesús «vino a proclamar la Buena Noticia de la paz, paz para ustedes, que
estaban lejos, paz también para aquellos que estaban cerca. Porque por medio de
Cristo, todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu»
(1L).
Aunque, como sabemos, porque así lo hemos experimentado todos, falta bastante para
la llegada plena de la paz del Reino, por eso el mismo Maestro nos previno: «Estén preparados,
ceñidos y con las lámparas encendidas»,
esperando «el regreso de su señor».
Pero, ojo, la espera de un cristiano debe
ser activa, trabajando para que se haga realidad que todos tengan ese acceso al
Padre; partiendo por demostrar que «Cristo
es nuestra paz» (1L), para seguir luego
construyendo paz a nuestro alrededor, siendo instrumentos de paz. Así, los que
no han tenido la oportunidad de conocer al Señor lo conocerán por medio
nuestro. Esa, ni más ni menos, es nuestra responsabilidad.
Señor, –como te pedía el pequeño gran
Francisco- haz de nosotros instrumentos de tu paz, que pongamos todo de nuestra
parte para sanar los dolores y corregir las injusticias que atentan contra la
paz de nuestros hermanos. Y así te descubran, Príncipe de la Paz. Así sea.
Con Paz, Amor y
Alegría, aprendiendo a servir del más grande y trascendente Servidor,
Miguel.
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