22 de octubre de 2012
Lunes de la Vigésimo Novena
Semana Durante el Año
Lecturas:
Efesios 2,
1-10 / Salmo 99,1-5 El Señor nos hizo y a él pertenecemos.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo:
Uno de la multitud le dijo: «Maestro,
dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia.»
Jesús le respondió: «Amigo, ¿quién me
ha constituido juez o árbitro entre ustedes?» Después les dijo: «Cuídense de
toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no
está asegurada por sus riquezas.»
Les dijo entonces una parábola: «Había
un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí
mismo: "¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha." Después
pensó: "Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más
grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma
mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date
buena vida."
Pero Dios le dijo: "Insensato,
esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?"
Esto es lo que sucede al que acumula
riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
El Maestro hoy remece nuestra existencia
que suele discurrir «conforme al criterio
de este mundo» (1L) –criterio que se mide
por el éxito económico- afirmando que «la vida de un
hombre no está asegurada por sus riquezas».
Es que, si nos gana ese otro criterio,
podemos caer en las peores bajezas para acrecentar ganancias. «Pero Dios, que es rico en misericordia, por
el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de
nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo» (1L).
Y esa vida nueva se debe manifiestar
en frutos de amor y servicio, contra corriente del otro mal que domina nuestra
forma de vivir: el pretender imponernos sobre los demás, como meditábamos ayer.
Porque, hay que recordar que «él nos hizo
y a él pertenecemos; somos su pueblo y ovejas de su rebaño» (Sal).
O sea, nuestro dios y creador –pese a lo que algunos parecen querer hacernos
creer- no es el Yo vacío, ni el Ego infértil que lleva a una vida tristemente
hueca, sin contenido, que «es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y
no es rico a los ojos de Dios».
Queremos dejar de amontonar metal frío
y, en cambio, acumular calidez de vida comunitaria en servicio mutuo y amor por
todos. Si es que nos otorgas la gracia de vivir de esa manera. Así sea.
Con Paz, Amor y
Alegría, aprendiendo a servir del más grande y trascendente Servidor,
Miguel.
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