12 de octubre de 2012
Viernes de la Vigésimo Séptima Semana
Durante el Año
Lecturas:
Gálatas
3, 7-14 / Salmo 110, 1-6 El Señor se acuerda eternamente de su alianza.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Lucas 11, 15-26
Habiendo Jesús expulsado un demonio, algunos de entre la
muchedumbre decían: «Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el
Príncipe de los demonios.» Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo
que viniera del cielo.
Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: «Un reino
donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si
Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como
ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si yo
expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan
los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces.
Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir
que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su
palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que
él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes.
El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge
conmigo, desparrama.
Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por
lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa:
"Volveré a mi casa, de donde salí." Cuando llega, la encuentra
barrida y ordenada. Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él;
entran y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al
principio.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Enseña Pablo que Dios anuncia una «buena noticia a Abraham, prometiéndole: En
ti serán bendecidas todas las naciones. De esa manera, los que creen son los
que participan de la bendición de Abraham, el creyente» (1L). Es decir, si creemos, si tenemos fe en
Jesús y su paso por nuestra tierra, en que «El
hizo portentos memorables» (Sal), actuando «con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha
llegado a ustedes».
El tema es que, como enseña otro apóstol «¿De qué le
sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa
fe puede salvarlo? ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una
hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice: "Vayan en paz,
caliéntense y coman", y no les da lo que necesitan para su cuerpo? Lo
mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente
muerta.» (St 2,14-17).
O sea, como dice el Maestro, «No son los que me
dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que
cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo» (Mt 7,21). Y su voluntad es «que
el mundo se salve por él» (Jn 3,17). Y los cristianos somos los llamados a continuar la
obra de Cristo en su ausencia física. Así que esa es la forma concreta en que
se realiza la “buena noticia” (evangelio): la humanidad, “las naciones”, son
bendecidas cuando los creyentes hacen obras concretas su fe.
Porque nos has otorgado el don de la fe, gracias,
Señor; porque nos permites ser bendición para los demás, gracias, Señor; porque
actuaste, actúas y actuarás con la fuerza del dedo de Dios para nuestro bien,
gracias, Señor.
Tratando de
vencer la dureza de corazón para acoger su plan original de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.
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