15 de octubre de 2012
Lunes de la Vigésimo Octava
Semana Durante el Año
Lecturas:
Gálatas
4, 22-24. 26-27. 31—5,1 / Salmo 112, 1-7 Bendito sea el nombre del Señor para siempre.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Lucas 11, 29-32
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir:
«Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de
Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del
hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de
esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra
para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que
Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán
contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la
predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
«La libertad que nos
ha dado Cristo» (1L) nos permite aceptarlo o rechazarlo, tener oídos
para oír o no, tener ojos para ver o no, exclamar con asombro reconocido «¿Quién es como el Señor, nuestro Dios?» (Sal) o no sentirlo de esa manera…
Pero cada decisión u opción en la vida tiene
consecuencias.
Las consecuencias para quien se cierre a aceptar el
paso de Dios por nuestra tierra en Jesús de Nazaret (cf Rm 10,9; 1 Tim 2,5) es la infelicidad
eterna después de «el día del Juicio».
Porque si no lo reconocemos, y eso se manifiesta en la forma de actuar en
nuestra vida, nos habremos cerrado a nosotros mismos y por fuera la puerta del
Reino (ver meditación del
reciente Domingo), usando la llave de la incredulidad.
En uso de nuestra más absoluta libertad.
Gracias por darnos la libertad, Señor. Permite que
hagamos uso de ella para encontrar la felicidad de construir el Reino junto con
los hermanos hoy, en nuestra tierra, para, de esa manera, ser acogidos
comunitariamente en el Reino de los cielos que has preparado para los que amas.
Así sea.
En busca de
liberarse de lo que impide seguirlo hacia el Reino de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario