08 de octubre de 2012
Lunes de la Vigésimo Séptima Semana
Durante el Año
Lecturas:
Gálatas
1, 6-12 / Salmo 110, 1-2. 7-10 El Señor se acuerda eternamente de su alianza.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Lucas 10, 25-37
Un doctor de la
Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro,
¿qué tengo que hacer para heredar la
Vida eterna?»
Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu
prójimo como a ti mismo.»
«Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y
alcanzarás la vida.»
Pero el doctor de la
Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta:
«¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: «Un hombre
bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo
despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.
Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.
También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano
que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se
acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso
sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al
día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue,
diciéndole: "Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al
volver."
¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del
hombre asaltado por los ladrones?»
«El que tuvo compasión de él», le respondió el doctor. Y Jesús
le dijo: «Ve, y procede tú de la misma manera.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
En estos dos milenios transcurridos desde que Dios «envió la redención a su pueblo» (Sal)
por medio de su Hijo, siempre han existido poderes y gente que «quiere alterar el Evangelio de Cristo»
(1L). Así como era necesario no apropiarse sectariamente del Señor, como
recordábamos dos Domingo atrás, tampoco debe hacerse tan laxa la comprensión de
su mensaje, de manera que le diluyan toda su potencia transformadora de nuestro
mundo.
Eso nos puede ocurrir cuando, también nosotros,
buscamos «ponerlo a prueba», como el
doctor de la Ley
del relato, quien sabía muy bien qué hacer para heredar la Vida eterna y, sin embargo,
pregunta «¿Y quién es mi prójimo?».
En su descargo, podemos decir que el mandamiento de amor al
prójimo en sus orígenes hacía referencia a los miembros del mismo pueblo, no a
los extranjeros (Lev
19,13-18). Pero, como Jesús ya era conocido por sus interpretaciones
de la Ley,
amplias hasta el escándalo, este estudioso quería saber cuál era la doctrina al
respecto de este predicador.
Y no lo defraudó.
En el ejemplo creado por el Maestro hay un judío
-“un prójimo” de todos los oyentes- en gravísima dificultad, dos de los
servidores del culto a Dios –por lo tanto, dos que sabían tan bien como el
doctor cuál era el mandamiento preciso para ese momento- lo vieron, pero
siguieron de largo… y –¡oh, sorpresa!- quien sí se detuvo y no sólo eso, sino
que se conmovió de tal manera que hizo suyo el problema del desconocido fue un samaritano,
un integrante del pueblo rival. Entonces, el Señor le devuelve la pregunta: «¿Cuál de los tres te parece que se portó
como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?». Y luego, en respuesta
a su primera inquietud (y la nuestra), si quieres heredar la Vida de Dios, con Dios, «Ve, y procede tú de la misma manera.»
Señor, no queremos pasar de largo ante quien ha sufrido
en el camino de la vida, herido por las flechas de la injusticia, por la
violencia de los poderosos, por el desprecio y la indiferencia de quien debiese
portarse como su hermano. Haznos tener tus mismos sentimientos, para ser, como
Tú, compasivos, pasando por el mundo "haciendo el bien" y
"curando las dolencias". Así sea.
Tratando de
vencer la dureza de corazón para acoger su plan original de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.
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