Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

jueves, 11 de octubre de 2012

Es preciso prepararse y formarse para ayudar a encontrar respuestas a la sociedad actual



11 de octubre de 2012
Jueves de la Vigésimo Séptima Semana Durante el Año
Beato Juan XXIII, papa

Lecturas:
Gálatas 3, 1-5 / Salmo Lc 1, 69-75 ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque visitó a su pueblo!

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     11, 5-13
Jesús dijo a sus discípulos:
«Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: "Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle", y desde adentro él le responde: "No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos."
Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.
¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Hoy hace exactamente 50 años que se pudo exclamar «¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque visitó a su pueblo!» (Sal), debido a que en esa fecha se inauguró uno de los acontecimientos que marcarían la historia del siglo pasado y, por cierto, mucho más la trayectoria de nuestra Iglesia: el Concilio Vaticano II, inspiración de Juan XXIII, a quien celebra como beato la Iglesia este día también.
Se constataba por entonces que “el género humano, admirado de sus propios descubrimientos y de su propio poder, se formula con frecuencia preguntas angustiosas sobre la evolución presente del mundo, sobre el puesto y la misión del hombre en el universo, sobre el sentido de sus esfuerzos individuales y colectivos, sobre el destino último de las cosas y de la humanidad. El Concilio, testigo y expositor de la fe de todo el Pueblo de Dios congregado por Cristo, no puede dar prueba mayor de solidaridad, respeto y amor a toda la familia humana que la de dialogar con ella acerca de todos estos problemas, aclarárselos a la luz del Evangelio y poner a disposición del género humano el poder salvador que la Iglesia, conducida por el Espíritu Santo, ha recibido de su Fundador” (Constitución Pastoral GAUDIUM ET SPES, N° 3).
Esto entre otras muchas motivaciones y desafíos que le presentaban “los signos de los tiempos” a nuestra Iglesia, además de la intuición de que «Aquel que les prodiga el Espíritu y está obrando milagros entre ustedes» (1L) creía necesario que “se abriesen las ventanas de la Iglesia” para que entre poderosamente y dar «el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan», «porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre».
Pero las preguntas y cuestionamientos del género humano siguen surgiendo, y seguirán apareciendo otras nuevas, por lo que la misión de “aclarárselas a la luz del Evangelio” debiese ser permanente. Y no de los padres conciliares solamente, sino de cada cristiano, que comparte “la fe de todo el Pueblo de Dios congregado por Cristo”. Para eso, como una forma de mostrar la “solidaridad, respeto y amor” por nuestros hermanos, los hombres y mujeres de nuestro tiempo, es preciso prepararse y formarse.

Señor, que por medio del bautismo nos consagraste como sacerdotes, profetas y reyes de tu Reino, sigue fortaleciendo las capacidades que has puesto en nosotros, para que demos razón de nuestra fe y, así, sirvamos en tu nombre a la comunidad humana. Así sea.

Tratando de vencer la dureza de corazón para acoger su plan original de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.

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