01 de octubre de 2012
Lunes de la Vigésimo Sexta
Semana Durante el Año
Santa Teresa del Niño Jesús
Lecturas de
hoy:
Job 1, 6-22 / Salmo 16, 1-3. 6-7 Inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Lucas 9, 46-50
A los discípulos de Jesús se les ocurrió preguntarse quién
sería el más grande.
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y
acercándolo, les dijo: «El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí,
y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de
ustedes, ese es el más grande.»
Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: «Maestro, hemos visto a
uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es
de los nuestros.»
Pero Jesús le dijo: «No se lo impidan, porque el que no está
contra ustedes, está con ustedes.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Los niños tienen un espíritu que podría hacer
propias las palabras de Job: «Desnudo
salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allí. El Señor me lo dio y el
Señor me lo quitó: ¡bendito sea el nombre del Señor!» (1L). Por eso, en contraposición al intento
de sobresalir artificialmente unos sobre otros, como cuenta el evangelio de hoy
que hacían los discípulos, el mismo Maestro se identifica con ellos, por lo que
les instruye, en vez de aquello, a acogerlos, lo que es como decir que se los
imite en su actitud sencilla y abierta a recibirlo todo del Padre, y darlo todo
al hermano, «porque el más pequeño de ustedes,
ese es el más grande» (cf Mc 10,43-44).
En este contexto, de corazón acogedor, tiene sentido
aceptar a quien hace el bien en nombre del Señor, aunque sea pequeño en la fe:
«no es de los nuestros».
Este día –providencial coincidencia- nuestro calendario
celebra a Santa Teresita del Niño Jesús o de Lisieux, que, humilde y sencilla niña, con reflexiones
como: "Quisiera tener un ascensor para subir hasta Jesús, porque soy muy
pequeña para subir sola. El ascensor que ha de elevarme hasta el cielo son tus
brazos, Jesús mío”, es considerada, ni más ni menos, “doctora de la Iglesia”, es decir, a la
altura de gigantes de la humanidad como Tomás de Aquino o Agustín de Hipona.
Poderosa aplicación de esta Palabra.
Inclina tu oído hacia nosotros y escucha nuestras
palabras, Señor. Tú, que, Todopoderoso, te hiciste niño indefenso por nosotros,
para ir creciendo en humildad y sabiduría humanas, enséñanos a ser pequeños,
para servir y acoger a nuestros hermanos, expulsando en tu Nombre los demonios
que impiden el acceso al Reino para todos nuestros hermanos. Así sea.
Trabajando para
lograr la unidad que consiga que el mundo crea en Su Paz, Amor y Alegría,
Miguel.
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