26 de octubre de 2012
Viernes de la Vigésimo Novena
Semana Durante el Año
Lecturas:
Efesios 4, 1-6
/ Salmo 23, 1-6 Así son los que buscan tu rostro, Señor.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 12, 54-59
Jesús dijo a la multitud:
«Cuando ven que una nube se levanta en
occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede. Y cuando
sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede.
¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el
aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo
presente?
¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es
justo? Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de
llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante
el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel. Te
aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Recientemente hemos comenzado el Año de
la Fe, como una forma de celebrar, entre otros acontecimientos, la inauguración
hace 50 años del Concilio Vaticano II.
Uno de los documentos más importantes
que surge de aquel encuentro es la Constitución Pastoral Gaudium et Spes, sobre
la Iglesia en el mundo actual. De ella se recuerda como importante aporte el
concepto de que ésta, la Iglesia, debe estar al servicio del hombre y “para
cumplir esta misión es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los
signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio” (N° 4).
La Iglesia somos todos los bautizados
(otro recuerdo del Concilio), por lo que a todos nos cuestiona el Maestro diciéndonos
«¿cómo no saben discernir el tiempo
presente?», como un tiempo individualista, consumista y egoísta, comportándonos,
por tanto, «de una manera digna de la
vocación que han recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia,
sopórtense mutuamente por amor» (1L). Es decir, discernimos
que el tiempo presente necesita de los discípulos misioneros un testimonio
humilde de amor servicial, soportando –apoyando- a los que lo requieran entre
nuestros hermanos. «Así son los que
buscan al Señor» (Sal).
El Pueblo de Dios, movido por la fe, que
le impulsa a creer que quien lo conduce es el Espíritu del Señor (…) procura
discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales participa
juntamente con sus contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia o de
los planes de Dios. (GS N° 11). Danos esta sabiduría, Señor.
Con Paz, Amor y
Alegría, aprendiendo a servir del más grande y trascendente Servidor,
Miguel.
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