Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

jueves, 25 de octubre de 2012

Desde la ceguera al seguimiento como discípulo


28 de octubre de 2012
Trigésimo Domingo Durante el Año
PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Lecturas:
Jeremías 31, 7-9 / Salmo 125, 1-6 ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros! / Hebreos 5, 1-6

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     10, 46-52
    Cuando Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!» Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!»
    Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo».
    Entonces llamaron al ciego y le dijeron: «¡Animo, levántate! Él te llama».
    Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia Él. Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»
    Él le respondió: «Maestro, que yo pueda ver».
    Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.
Palabra del Señor.

MEDITACION
Jesús es la encarnación de la Palabra «El Señor ha salvado a su pueblo» (1L; ver Mt 1,21). Además es la forma concreta en que «¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!» (Sal). También sabemos que a Él se refiere Dios cuando dice: «Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy» (2L). Con todas esas “credenciales” corresponde confiar cuando se nos diga: «¡Animo, levántate! Él te llama» y seguirlo alegres por el camino.
El episodio de Bartimeo es una buena conclusión-resumen del camino hacia Jerusalén que nos viene relatando Marcos en estos últimos Domingo.
Jesús había cuestionado a sus discípulos diciéndoles: «Ustedes tienen la mente enceguecida. Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen» (Mc 8,17c-18a). Esto queda más en evidencia cuando alguien con ceguera física le basta oír «que pasaba Jesús, el Nazareno» para reconocer en Él al «Hijo de David» y entender que debía acogerse a su misericordia: «¡ten piedad de mí!».
Acababa de haberles enseñado a ellos mismos que debían hacerse servidores de los demás (ver Domingo anterior), pero en la primera oportunidad que tuvieron, se sintieron molestos con los requerimientos del mendigo ciego –es decir, doblemente marginado- y «lo reprendían para que se callara».
Poco antes habían presenciado el llamado estéril a una persona para que se hiciese seguidor suyo, liberándose antes de las posesiones que lo limitaban; Bartimeo sí que dejó de lado todo lo que poseía: su manto, que era su frazada para la noche, su abrigo para el frío y su recipiente para la limosna.
Los hijos del trueno cuando les preguntó «¿Qué quieren que haga por ustedes?» (Mc 10,36), le pidieron poder y autoridad; el hijo de Timeo pidió poder ver, situación semejante a la de Salomón, cuando «Dios le dijo: “Pídeme lo que quieras”» y él pidió sabiduría (1 Re 3,5-10). Un apóstol dirá: «piden y no reciben, porque piden mal» (Stg 4,3)… Por eso, Jesús le dice: «tu fe te ha salvado»
Y así fue como quien «estaba sentado junto al camino» pasó a ser quien «lo siguió por el camino». Es buen momento para mirar cómo ha sido nuestro recorrido de fe hasta hoy y hacer las correcciones correspondientes.

Gracias, Señor, por tu invitación permanente a levantarnos e ir hacia ti, para, al recobrar la vista a las cosas trascendentes, seguirte por el camino del Reino. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría!. Gracias, Señor.

Permitiendo que la fe en el Señor de la Paz, el Amor y la Alegría haga grandes cosas por nosotros,
Miguel.

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