05 de octubre de 2012
Viernes de la Vigésimo Sexta
Semana Durante el Año
Lecturas de
hoy:
Job 38, 1. 12-21; 40, 3-5 / Salmo 138, 1-3. 7-10. 13-14 Señor, llévame por el camino eterno.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Lucas 10, 13-16
¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de
ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros
realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose
cilicio y sentándose sobre ceniza. Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio,
serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.
Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el
cielo? No, serás precipitada hasta el infierno.
El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los
rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me
envió.
Palabra del Señor.
MEDITACION
En el alma sensible y compasiva de Jesús hace mella
el rechazo a la acción del Espíritu entre los hombres (Lc 19,41), porque no es a él,
el carpintero galileo, a quien le cierran el corazón, sino «a aquel
que me envió». Porque –recordemos-
nuestra humanidad andaba desorientada en el camino a la verdadera felicidad,
que era el plan original del Creador, por eso envió a su Hijo, no para
condenarla, sino para reorientarla hacia allá. O “salvarnos”, en lenguaje
bíblico (Jn 3,16).
No aceptarlo, pese a las evidencias –que son «los milagros realizados entre ustedes»-, significa que sufrirán graves consecuencias para
ellos mismos: perderse en las tinieblas de la lejanía de Dios, porque ese es el
“pecado contra el Espíritu Santo” que menciona en otra ocasión (Mt 12,32). Debido a ello, se
lamenta dolorido «¡Ay de ti!» (cf Lc 23,28).
El Señor nos dice permanentemente, a nosotros, sus
seguidores de todos los tiempos: «No endurezcan su corazón» (Sal 95,8), intentando prevenir
que nos suceda lo mismo. Si lo escuchamos, ganamos Vida eterna; si no, nos
precipitamos –por nuestra cuenta y riesgo, en uso de nuestro libre albedrío-
hasta el infierno lejos del Padre Eterno.
No pierdas nunca la paciencia con nosotros y
continúa llamándonos, Señor. Y limpia nuestros ojos y oídos, por tu
misericordia, para ver y oír los portentos que haces entre nosotros, para
apoyar nuestra débil fe y seguirte como esperas. Amén.
Trabajando para
lograr la unidad que consiga que el mundo crea en Su Paz, Amor y Alegría,
Miguel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario