31 de octubre de 2012
Miércoles de la Trigésima
Semana Durante el Año
Lecturas:
Efesios 6,
1-9 / Salmo 144, 10-14 El Señor es fiel en todas sus palabras.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 13, 22-30
Jesús iba enseñando por las ciudades y
pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: «Señor, ¿es
verdad que son pocos los que se salvan?»
El respondió: «Traten de entrar por la
puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo
conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes,
desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: "Señor,
ábrenos." Y él les responderá: "No sé de dónde son ustedes."
Entonces comenzarán a decir:
"Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas."
Pero él les dirá: "No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los
que hacen el mal!"
Allí habrá llantos y rechinar de
dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el
Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y
de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino
de Dios.
Hay algunos que son los últimos y
serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
«Mientras se
dirigía a Jerusalén», es decir, en camino a su entrega
total y final absolutamente consciente, Jesús está pensando sobre la entrada a
la vida definitiva y enseñando al respecto: «Traten de entrar por la puerta estrecha».
¿Qué será eso?
Recordemos que, en su estilo, para
fijar su mensaje en la mente de sus discípulos, el Maestro suele recurrir a las
contraposiciones: el que quiera ser grande, que se haga pequeño; el que quiera
ser primero, que sea el último; felices los que lloran…
Todo esto para responder si «¿es verdad que son pocos los que se
salvan?».
Con esos criterios, busquemos alumbrar
esta palabra.
Podríamos decir que los que se salvan,
serán pocos o muchos dependiendo de cuántos se atrevan a pasar por la puerta
estrecha. Es un llamado a evitar facilismos, «porque es ancha la puerta y
espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí»
(Mt
7,13), ante la tarea que representa que «tus fieles te bendigan; que anuncien la
gloria de tu reino y proclamen tu poder» (Sal).
Bendición, anuncio y proclamación que no sirve si es “de la boca para afuera” («Pero él les dirá: "No sé de dónde son
ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!"»), es decir, son
las acciones (“tratar de entrar”, “hacer el mal”) las que señalan quiénes son
los fieles al Señor o no, «Así
manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino» (Sal).
¿Qué actitudes o hechos concretos
anuncian el Reino? El respeto de los hijos por los padres y viceversa, el buen
servicio de los servidores y el buen trato de los patrones por quienes tienen a
cargo (1L), entre otras muchas. O, dicho de otra
manera, esto ocurre cuando hacemos vida el mandato de amor a cada prójimo que
tengamos próximos, que fue lo que nos enseñó (con palabras y acciones, también)
el Maestro. De hecho, en otro momento dirá que él es la puerta (Jn 10,7).
Danos, Señor, el valor, la claridad, la
energía y todo lo que mejor que nosotros sabes que nos falta para vivir los
valores del Reino, que hacen un mundo mejor y provocan que los hombres te
alaben. Así sea.
Permitiendo que
la fe en el Señor de la Paz, el Amor y la Alegría haga grandes cosas por
nosotros,
Miguel.