Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

sábado, 15 de septiembre de 2012

Dar más frutos luminosos y mucho menos de tinieblas



15 de septiembre de 2012
Sábado de la Vigésimo Tercera Semana Durante el Año

Lecturas de hoy:
I Corintios 10, 14-22 / Salmo 115, 12-13. 17-18 Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor.

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     6, 43-49
Jesús dijo a sus discípulos:
No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca. ¿Por qué ustedes me llaman: 'Señor, Señor', y no hacen lo que les digo?
Yo les diré a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mis palabras y las practica. Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida. En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande".
Palabra del Señor.

MEDITACION
El eterno problema del bien y el mal: un auténtico misterio de nuestra naturaleza humana. De hecho, ayer poniamos el ejemplo de conversión y posterior apostolado generoso y potente de san Pablo, pero él también nos dice, honestamente, «no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero» (Rm 7,19). Y es que «el hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad».
Pero ¿quién es bueno?. Sólo Dios (Mc 10,18). Mientras que en nosotros convive la bondad y la maldad. Y se han escrito cientos de tratados para diseccionar y clasificar acciones y decisiones (y hasta pensamientos) entre “buenos” y “malos”.
Nosotros, los seguidores del Maestro, dejamos que él nos guíe: «cada árbol se reconoce por su fruto», es decir, cuando damos el fruto dulce del amor y la solidaridad, andamos «como hijos de la luz» (Ef 5,8; cf Jn 8,12) y, cuando, lamentablemente damos los frutos amargos del egoísmo y el desprecio, es cuando nos inclinamos al camino de las tinieblas (cf Jn 3,19).
Por eso, «Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas» (Gn 1,4), porque «Dios es luz, y en él no hay tinieblas. Si decimos que estamos en comunión con él y caminamos en las tinieblas, mentimos y no procedemos conforme a la verdad. Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado» (1 Jn 1,5-7), por lo que es importante cuando celebramos comunitariamente, simpre preguntarnos: «la copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo?» (1L). Entonces, si estamos en comunión con el Santo de los Santos, debiésemos actuar en consecuencia ¿Por qué ustedes me llaman: 'Señor, Señor', y no hacen lo que les digo?»). A la vez, alimentados de su santidad, aprovechemos de apoyarnos en ella para dar cada día mejores frutos y podar de nuestras ramas aquellos que no son como el Padre espera de nosotros, ni a nosotros nos agradan, para terminar cantando: «¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de la salvación  e invocaré el nombre del Señor » (Sal).

Queremos construir nuestra casa sobre la roca firme de tu Palabra, Señor. Fortalece nuestros intentos de alejarnos de las tinieblas más oscuras que nos alejan de los hermanos y bendice nuestros trabajos por construir tu Reino de amor solidario. Alabado seas, Señor.

Destrabando la lengua para anunciar lo que hemos oído de la Paz, Amor y Alegría  del Reino,
Miguel.

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