Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

jueves, 20 de septiembre de 2012

¿Cómo reaccionar ante este impactante misterio de amor y misericordia?



20 de septiembre de 2012
Jueves de la Vigésimo Cuarta Semana Durante el Año

Lecturas de hoy:
I Corintios 15, 1-11 / Salmo 117, 1-2. 16-17. 28  ¡Den gracias al Señor, porque es bueno!

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     7, 36-50
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!»
Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte.» «Di, Maestro!», respondió él.
«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos amará más?»
Simón contestó: «Pienso que aquel a quien perdonó más.»
Jesús le dijo: «Has juzgado bien.» Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor.»
Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados.»
Los invitados pensaron: «¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?» Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Sería muy bueno leer con calma todo el capítulo 15 de la primera carta a los corintios de san Pablo (y ambas cartas completas, y todos los escritos paulinos y los evangelios y la Biblia, por supuesto): hay ahí una condensación de la fe primera de la Iglesia, que es la que confesamos aún hoy.
En el párrafo que nos ofrece la primera lectura, nos dice que la Buena Noticia de la salvación proviene de que, como consecuencia de la muerte y resurrección de Cristo, se produce una cercanía al Padre (el pecado es la barrera que no permite que su Amor llegue en plenitud hasta nosotros). Y agrega dos importantes detalles: primero, que esto ocurrió «de acuerdo con la Escritura», es decir, es por medio de la Biblia (recordemos que seguimos en su mes) que Dios se comunica con nosotros y nos ha hecho saber todo lo que necesitamos; y, en segundo lugar, que Él mismo nos provee de hermanos y hermanas que, permitiendo que la gracia de Dios actúe a través de ellos, son testigos confiables de todo esto.
Ante este impactante misterio de amor y misericordia, podemos actuar como el fariseo del evangelio que, por creer tenerlo cerca (lo tiene de huésped en su casa), tal como nos pasa a quienes nos consideramos próximos porque participamos en actividades o vamos a Misa, mirando por sobre el hombro a “los pecadores”, que no se merecerían nada de Dios.
O, podemos, si permitimos al Espíritu Santo hacer su obra en nosotros, actuar como “la pecadora”, consciente de su indignidad ante el Señor y sólo llorar ante su presencia sanadora, con la absoluta conciencia de haber sido “perdonado más”.
«Porque todo el que ensalza será humillado» (Lc 14,11a; cf Lc 1,51-52a), «y el que se humilla será ensalzado» (Lc 14,11b), porque «tú no desprecias el corazón contrito y humillado» (Sal 51,19).

«¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!» (Sal). A ti, Padre Bueno dirigimos nuestra alabanza agradecida de acoger nuestra miseria y hacerla resplandecer con tu misericordia. Gracias, Señor.

Poniendo la fe en el Mesías que debe pasar por la cruz para llevarnos a la Paz, el Amor y la Alegría  del Reino,
Miguel.

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