17 de agosto de 2012
Viernes de la Décimo Novena Semana Durante el
Año
Lecturas de
hoy:
Ezequiel
16, 1-15. 60. 63 / Salmo Is 12, 2-6 Se ha apartado tu ira y me has consolado.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 19,
3-12
Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba,
le dijeron: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier
motivo?»
El respondió: «¿No han leído ustedes que el Creador, desde
el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo: Por eso, el hombre dejará a
su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola
carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no
separe lo que Dios ha unido.»
Le replicaron: «Entonces, ¿por qué Moisés prescribió
entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?»
El les dijo: «Moisés les permitió divorciarse de su mujer,
debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. Por lo
tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión
ilegal, y se casa con otra, comete adulterio.»
Los discípulos le dijeron: «Si esta es la situación del
hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse.» Y él les respondió: «No
todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha
concedido. En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno
de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que
decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender,
que entienda!»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Una anciana, explicaba estar casada por de más de seis
décadas, diciendo que ella venía de un tiempo en que las cosas que se
estropeaban se reparaban. Eso en contraposición a la época que nos toca vivir a
nosotros, en que todo tiene fecha de vencimiento, después de la cual, el
destino es la basura.
En esto se incluye, lamentablemente, «debido a la dureza del corazón» también las relaciones humanas.
Entre ellas, ésta que tiene el potencial para ser tan hermosa y realizadora del
proyecto humano, como es el matrimonio.
Claro que hay que tener cuidado con esto y no irnos al otro
extremo, al estilo fariseo, pretendiendo aplicar esta enseñanza al pie de la
letra, como nunca hizo el Maestro, quien veía la situación personal en vez de
aplicar reglas.
Veamos. Como es lógico y evidente a los ojos de cualquiera,
no a todos los matrimonios Dios los ha unido, ya que sabemos que es muy difícil
que las parejas le consulten su opinión –antes- al respecto, por eso vemos
fracasos que van desde la rutina infértil hasta llegar a la violencia física
y/o síquica en los casos más dramáticos. Y, por cierto, el Señor no quiere esa
vida de mala calidad para nadie.
Entonces, el Dios de la Vida (buena, plena, fecunda, como corresponde a
un Dios) quiere a la pareja humana como «una
sola carne», viviendo el amor a imagen y semejanza del amor de Cristo por
su Iglesia (Ef 5,25).
Pero una relación basada en la tiranía de uno sobre el otro,
o en la conveniencia, o en las apariencias, o en lo que no sea amor comete
adulterio contra el sentido profundo del matrimonio.
Hoy es justo y necesario refrescar la forma de comprender
esta enseñanza del Señor, para hacerla entendible a la mentalidad de hoy.
Seguir reflexionando sobre éste y todos los problemas de la sociedad actual es
un servicio que le debemos al mundo moderno los cristianos.
Enséñanos, Señor, a sacar agua con alegría de las fuentes de
la salvación, aprendiendo a encontrar las respuestas apropiadas ante cada
situación nueva que se nos va presentando. Para que nuestro amor a Ti se
traduzca en un servicio a nuestros hermanos, los hombres. Amén.
Alimentados del
Pan de Vida para practicar la Paz,
el Amor y la Alegría,
a ejemplo de Cristo,
Miguel.
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