PREPAREMOS EL PRÓXIMO
DÍA DEL SEÑOR
19 de agosto de 2012
Vigésimo Domingo Durante
el Año
Lecturas de hoy:
Proverbios 9,
1-6 / Salmo 33, 2-3. 10-15 ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! / Efesios 5, 15-20
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Juan 6, 51-59
Jesús dijo a los judíos:
«Yo soy el pan vivo bajado del cielo.
El que coma de este pan vivirá eternamente,
y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo».
Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos
a comer su carne?»
Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del
hombre
y no beben su sangre, no tendrán Vida
en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre
tiene Vida eterna,
y Yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida
y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre
permanece en mí y Yo en él.
Así como Yo,
que he sido enviado por el Padre que
tiene Vida,
vivo por el Padre,
de la misma manera, el que me come
vivirá por mí.
Éste es el pan bajado del cielo;
no como el que comieron sus padres y
murieron.
El que coma de este pan vivirá
eternamente».
Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Concluye el llamado “discurso del pan
de vida” que la Iglesia
nos ha propuesto durante estos últimos Domingo. Y hoy avanza un paso más: deja
de lado cualquier simbolismo y afirma: «Les aseguro que si no comen la carne del
Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes».
Lo que comemos y bebemos pasa a ser parte de nosotros, pero alimentarnos de Él
nos hace entrar en una comunión profunda con Él: «permanece en mí y Yo en él».
No se puede vivir dejando de
alimentarnos o beber permanentemente, tampoco se puede tener vida en el
Espíritu (Rm
8,9; «llénense
del Espíritu Santo» [2L]) sin comer y beber
el cuerpo y sangre de Jesús.
Misterio profundo.
Hoy el Apóstol nos exhorta: «traten de saber cuál es la voluntad del
Señor» (2L).
Para poder conocer su querer es necesario tener presente que «los ricos se empobrecen y sufren hambre, pero
los que buscan al Señor no carecen de nada» (Sal).
En este caso, los ricos son símbolo del autosuficiente, que cree no necesitar
nada, en contraposición a los buscadores de la Sabiduría eterna, que está en
Dios, la que nos invita: «Vengan, coman
de mi pan, y beban del vino que yo mezclé. Abandonen la ingenuidad, y vivirán,
y sigan derecho por el camino de la inteligencia» (1L).
La voluntad de Dios es que alimentemos la sabiduría perfecta (la que nos
permite ponernos en sintonía con su voluntad) comiendo del «pan bajado del cielo», como se nos ha presentado el mismo Señor,
para tener vida eterna, que es una manera de decir vida de calidad, buena y
plena.
En perspectiva del Reino, una vida de
esa calidad, una vida inundada del Espíritu, una vida que está inserta y tiene
inserta en sí la vida del Padre y del Hijo, como enseña el Maestro hoy, no
puede ser una vida egoísta, sino una vida por y para los demás, a ejemplo de
quien es nuestro modelo (1 Pe 2,21),
dando frutos de eternidad: «amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad,
bondad y confianza, mansedumbre y temperancia» (Gal
5,22-23), para bien de los demás y para que, por
ello, los demás glorifiquen a Dios (Is 49,3; cf Is
60,21).
En nuestra naturaleza, Padre bueno,
tenemos la necesidad del alimento; te pedimos que nos fortalezcas la sabiduría
del corazón para aprender a tener necesidad del Pan que baja de Ti y nos acerca
a tu preciosa voluntad. Así sea.
Alimentados del
Pan de Vida llenamos nuestra Paz, Amor y Alegría de la sabiduría del Reino,
Miguel.
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