28 de agosto de 2012
Martes de la Vigésimo Primera
Semana Durante el Año
Lecturas de
hoy:
II Tesalonicenses
2, 1-3. 14-17 / Salmo 95, 10-13 El Señor viene a gobernar la tierra.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 23,
23-26
Jesús habló diciendo:
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el
diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia
y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos,
que filtran el mosquito y se tragan el camello!
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian
por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y
desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también
quedará limpia por fuera.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Hay quien ha dicho que, en contraposición a las
bienaventuranzas, éstas son una serie de “maldiciones” de Jesús.
Me parece que es una interpretación más bien errada
y que tiene muy poco en cuenta la compasión que mostraba el Maestro por todo
tipo de personas. San Agustín, a quien nuestra Iglesia celebra en este día,
decía: “odia al pecado, y ama al pecador” el que podría ser un leit motiv del
seguidor del Señor de la Divina Misericordia.
El lenguaje puede parecer duro, pero más que
maldiciones uno podría entenderlas como lamentos. Si cambiásemos el “ay de
ustedes” por un “pobre de ustedes” se reflejarían mejor los sentimientos, la personalidad
y el corazón del Jesús como la encontramos en todo el Evangelio y los demás
textos que se refieren a Él.
Y si, una vez más, salimos del “qué dice” el texto y
pasamos al “qué me dice”, es bueno preguntarnos si también tenemos actitudes
hipócritas en nuestra forma de vivir la fe, en nuestra forma de relacionarnos
con el Padre y los hermanos y en nuestra forma de realizar el culto. Si,
después de ese examen, debemos reconocer que merecemos un reproche similar al
de los fariseos y manifestamos sincero arrepentimiento, «que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos
dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, los reconforte y
fortalezca en toda obra y en toda palabra buena» (1L).
«Alégrese el cielo y
exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que hay en él; regocíjese el campo
con todos sus frutos. Griten de gozo los árboles del bosque. Griten de gozo
delante del Señor, porque él viene a gobernar la tierra: él gobernará al mundo
con justicia, y a los pueblos con su verdad» (Sal) y la verdad nos hará libres. Amén.
Con Paz, Amor y
Alegría optando por la luz del Reino,
Miguel.
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