29 de agosto de 2012
Martirio de S. Juan
Bautista
Lecturas de hoy:
Jeremías 1,
17-19 / Salmo 70, 1-6. 15. 17 Mi boca anunciará tu salvación.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Marcos 6, 17-29
Herodes, en efecto, había hecho
arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano
Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es
lícito tener a la mujer de tu hermano".
Herodías odiaba a Juan e intentaba
matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre
justo y santo, y lo protegía.
Un día se presentó la ocasión
favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus
dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija de Herodías
salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a
la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré". Y le aseguró bajo
juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi
reino". Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?".
"La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta.
La joven volvió rápidamente adonde
estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo,
sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se entristeció mucho, pero a
causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida
mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y
le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y
esta se la dio a su madre.
Cuando los discípulos de Juan lo
supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Jesús había dicho «Felices los que son
perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de
los Cielos» (Mt 5,10). El Reino, entre otras muchas cosas, no
es para cobardes. Pero valiente no es el superhéroe de caricaturas, que
enfrenta todo tipo de peligros sabiéndose casi invulnerable. En la vida real no
existen.
El héroe de la fe es el que practica la justicia, haciendo o diciendo
lo que el Señor le inspira, confiando en lo que le dice Dios: «No te dejes intimidar por ellos […] Ellos
combatirán contra ti, pero no te derrotarán, porque yo estoy contigo para
librarte» (1L) «Porque
tú, Señor, eres mi esperanza y mi seguridad desde mi juventud. En ti me apoyé
desde las entrañas de mi madre; desde el seno materno fuiste mi protector» (Sal).
Cuando fuimos bautizados recibimos la
triple condición de sacerdotes, profetas y reyes. ¿Cómo anda nuestro
profetismo? En las muchas situaciones en que es menester, ¿hemos señalado
fuerte y claro: «No te es lícito»?
como Juan, el héroe de la fe a quien celebramos hoy, con la certeza de que el
Padre bueno no nos deja solos.
Danos el valor, Señor, para aportar a
que se haga tu voluntad, señalando injusticias y viviendo como hijos tuyos. Así
sea.
Con Paz, Amor y
Alegría optando por la luz del Reino,
Miguel.
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