Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

martes, 7 de agosto de 2012

“Señor, auméntanos la fe”


7 de agosto de 2012
Martes de la Décimo Octava Semana Durante el Año

Lecturas de hoy:
Jeremías 30, 1-2.4. 12-15. 18-22 / Salmo 101, 16-21. 29 y 22-23 El Señor reedificará a Sión y aparecerá glorioso en medio de ella.

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     14, 22-36
Después que se sació la multitud, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy yo; no teman.»
Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua.»
«Ven», le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame.» En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: «Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios.»
Al llegar a la otra orilla, fueron a Genesaret. Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos, rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron curados.
Palabra del Señor.

MEDITACION
Con términos del Antiguo Testamento, podemos meditar en cuán misericordioso es nuestro Dios: «Quede esto escrito para el tiempo futuro y un pueblo renovado alabe al Señor: porque él se inclinó desde su alto Santuario y miró a la tierra desde el cielo, para escuchar el lamento de los cautivos y librar a los condenados a muerte.» (Sal).  «Así habla el Señor : Sí, yo cambiaré la suerte de las carpas del Jacob y tendré compasión de sus moradas; la ciudad será reconstruida sobre sus escombros […]. De allí saldrán cantos de alabanza y risas estridentes. Los multiplicaré y no disminuirán, los glorificaré y no serán menoscabados. […]. Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.» (1L)
El cumplimiento de esta Palabra es una persona: «Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes realizando por su intermedio los milagros, prodigios y signos que todos conocen» (Hch 2,22). Cuando Pedro pronunció esta sentencia tal vez tendría presente, entre otras, la escena que relata el evangelio de hoy, recordando que en un momento de falta de confianza, cuando había dejado de mirar a su Maestro, comenzó a hundirse en sus miedos.
Es probable que nosotros también, muchas veces, flaqueemos en la fe, olvidando que todos los que lo hemos tocado hemos sido sanados, en muchas más oportunidades aún. Y cada vez, ahí estará el Señor, diciéndonos: «Tranquilícense, soy yo; no teman», tendiéndonos la mano, con una sonrisa en los labios, preguntándonos «¿por qué dudaste?»

Para tener más capacidad de tranquilizarnos reconociéndote y ser menos hombres y mujeres de poca fe, te pedimos a ti, que eres verdaderamente el Hijo de Dios, que nos aumentes la fe y nos ayudes a sostenerla. Porque ésta es un don que sólo proviene de ti. Y por todas las ocasiones en que nos has auxiliado en cada dificultad, gracias, Señor.

Alimentados del pan de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.

No hay comentarios: