Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

lunes, 6 de agosto de 2012

El día de la Transfiguración versus el día de la Desfiguración


6 de agosto de 2012
TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR

Lecturas de hoy:
Daniel 7, 9-10. 13-14 / Salmo 96, 1-2. 5-6. 9 El Señor reina, altísimo por encima de toda la tierra./ II Pedro 1, 16-19

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     9, 2-10
Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevo a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.
Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: «Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo.»
De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.
Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría «resucitar de entre los muertos.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Hoy cuando la Iglesia celebra la fiesta de la Transfiguración gloriosa del Señor, la humanidad se estremece ante un nuevo aniversario de la primera vez que, mediante un instrumento humano, se arrasó completamente una ciudad, mediante la bomba de Hiroshima (Japón, 1945): el punto más alto al que ha llegado la barbarie humana en una guerra y que se repitió sólo unos días después en Nagasaki.
“El grito lacerante del torturado; la amargura de la mujer que ve a sus hijos morir por falta de alimento o de remedios, que en otras familias sobreabundan; el clamor de los desocupados que encuentran sus manos fuertes aferrando la nada; el enfermo que ya no encuentra sentido a su postración definitiva y terminal; el drogadicto destruido por la ilusión de un nuevo instante de ensueño, muestran, en dramático reflejo, el rostro doliente de Jesús de Nazaret.
El mismo Dios, que se manifestó a Moisés, porque había visto el dolor de su pueblo esclavo en Egipto, no quiere que sus hijos e hijas vivan hoy en una realidad social y moral que contraríe su amor trinitario manifestado en la historia.
El recuerdo de Hiroshima y Nagasaki se convierte en una “conmemoración de la Desfiguración Humana”.
Pero la Fiesta de la Transfiguración de Jesús nos recuerda el destino definitivo de todo varón y mujer, como llamado anticipado en el rostro divino del Señor de la Historia.
San Pablo atribuye al Espíritu la acción transformadora y vital que modifica la situación simbolizada en “Moisés, que se cubría el rostro con un velo, para impedir que los israelitas vieran el fin de un esplendor pasajero. Nosotros, en cambio, con el rostro descubierto, reflejamos, como en un espejo, la gloria del Señor, y somos transfigurados a su propia imagen con un esplendor cada vez más glorioso, por la acción del Señor, que es Espíritu” (2 Cor 3,12.18).
La posibilidad de esta transfiguración humana fue anticipada por Jesús cuando llevó “a Pedro, Santiago y Juan a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol...” (Mt 17,1-2).
Las ciudades japonesas, al igual que tantas poblaciones renacidas a pesar de su destrucción, son signo del maravilloso empecinamiento humano por alcanzar ese destino”. (Eduardo A. González www.sanantoniodepadua.org)

Danos un corazón compasivo como el tuyo, Señor, para poder sentir como nuestro el dolor y el padecimiento de los demás y también para, escuchando su clamor, trabajar por convertir las realidades inhumanas en vida plena, vida transfigurada. Así sea.

Alimentados del pan de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.

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