Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

sábado, 11 de agosto de 2012

¿Qué demonios deberíamos poder expulsar?


11 de agosto de 2012
Sábado de la Décimo Octava Semana Durante el Año

Lecturas de hoy:
Habacuc 1, 12—2, 4 / Salmo 9, 8-13 No abandonas, Señor, a los que te buscan.

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     17, 14-20
Cuando se reunieron con la multitud se acercó a Jesús un hombre y, cayendo de rodillas, le dijo: «Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua. Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron curar.»
Jesús respondió: «¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí.» Jesús increpó al demonio, y este salió del niño, que desde aquel momento, quedó curado.
Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?»
«Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: "Trasládate de aquí a allá", y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
¡Qué triste puede ser nuestra naturaleza!.
Dice una canción popular “El hombre es una flecha dirigida al corazón del cielo” (Eduardo Peralta). Es que es bastante evidente que estamos hechos para la trascendencia; para el más allá; en palabras de San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti”.
Sin embargo, tenemos poca fe, en nuestra naturaleza está el permitirnos dudar. No movemos, por cierto, ninguna montaña, ni siquiera somos capaces de remecer la roca dura de nuestro corazón (Ez 36,26). Y eso que somos “dioses” e hijos de Dios (Sal 82,6; Gal 3,26; 4,7); somos hermanos de Jesús (Mt 12,50); y el Espíritu Santo habita en nosotros (1 Co 3,16).
¿Qué demonios deberíamos poder expulsar, entonces? Los del egoísmo, la injusticia, la insolidaridad (Sal 82,3), porque «el que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad» (1L) y Dios «se acuerda de los pobres y no olvida su clamor» (Sal).
«Porque tú no abandonas a los que te buscan» (Sal), no dejemos de ser buscadores del Señor, buscadores de crecer en la fe y buscadores de la fuerza para realizar lo que Él espera de nosotros y que a nosotros también nos gustaría poder hacer, porque está inscrito en nuestra alma.

Con el mismo Agustín, oremos: “¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no serían. Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed, me tocaste, y abraséme en tu paz”. Amén.

Alimentados del pan de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.

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