Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

viernes, 24 de agosto de 2012

Jesús reconocido como Hijo unigénito del Padre y, a la vez, como Mesías de Israel


24 de agosto de 2012
Viernes de la Vigésima Semana Durante el Año
San Bartolomé apóstol

Lecturas de hoy:
Apocalipsis 21, 9-14 / Salmo 144, 10-13. 17-18 Que tus santos, Señor, manifiesten la gloria de tu reino.

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     1, 45-51
Felipe encontró a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret.»
Natanael le preguntó: «¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?»
«Ven y verás», le dijo Felipe.
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: «Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez.»
«¿De dónde me conoces?», le preguntó Natanael.
Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera.»
Natanael le respondió: «Maestro, tú eres el hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús continuó: «Porque te dije: "Te vi debajo de la higuera", crees. Verás cosas más grandes todavía.»
Y agregó: «Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Hoy la Iglesia celebra al apóstol Bartolomé (=hijo de Talmay), a quien se identifica con Natanael (=Dios ha dado), porque en este relato es colocado junto a Felipe, es decir, en el puesto que tiene Bartolomé en las listas de los Doce según los demás evangelistas.
Dejémonos guiar por el Papa (Audiencia del 4 octubre 2006, fragmentos) en la meditación de este evangelio:
La afirmación “«¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?» nos permite ver que, según las expectativas judías, el Mesías no podía proceder de un pueblo tan oscuro, como era el caso de Nazaret. Al mismo tiempo, sin embargo, muestra la libertad de Dios, que sorprende nuestras expectativas, manifestándose precisamente allí donde no nos lo esperamos. El caso de Natanael nos sugiere otra reflexión: en nuestra relación con Jesús, no tenemos que contentarnos sólo con las palabras. Felipe, en su respuesta, presenta a Natanael una invitación significativa: «Ven y verás». Nuestro conocimiento de Jesús tiene necesidad sobre todo de una experiencia viva: el testimonio de otra persona es ciertamente importante, pues normalmente toda nuestra vida cristiana comienza con el anuncio que nos llega por obra de uno o de varios testigos. Pero nosotros mismos tenemos que quedar involucrados personalmente en una relación íntima y profunda con Jesús.
El evangelista nos dice que, cuando Jesús ve que Natanael se acerca hace un elogio que recuerda al texto de un Salmo: «Dichoso el hombre […] en cuyo espíritu no hay fraude» (Salmo 32,2).
Lo que más cuenta en la narración de Juan es la confesión de fe que al final profesa Natanael de manera límpida: «Maestro, tú eres el hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.». Si bien no alcanza la intensidad de la confesión de Tomás con la que concluye el Evangelio de Juan: «¡Señor mío y Dios mío!» (Juan 20,28), la confesión de Natanael tiene la función de abrir el terreno al cuarto Evangelio. En ésta se ofrece un primer e importante paso en el camino de adhesión a Cristo. Las palabras de Natanael presentan un doble y complementario aspecto de la identidad de Jesús: es reconocido tanto por su relación especial con Dios Padre, del que es Hijo unigénito, como por su relación con el pueblo de Israel, de quien es llamado rey, atribución propia del Mesías esperado.
Nunca tenemos que perder de vista ninguno de estos dos elementos, pues si proclamamos sólo la dimensión celestial de Jesús corremos el riesgo de hacer de Él un ser etéreo y evanescente, mientras que si sólo reconocemos su papel concreto en la historia, corremos el riesgo de descuidar su dimensión divina, que constituye su calificación propia”.

Gracias, Señor por los doce cimientos con los nombres de los Apóstoles del Cordero, fundamentos humanos de tu Iglesia, que ayudan para que se cumpla que tu reino eterno y tu dominio permanezcan para siempre. Amén.

Alimentados del Pan de Vida llenamos nuestra Paz, Amor y Alegría de la sabiduría del Reino,
Miguel.

No hay comentarios: