31 de agosto de 2012
Viernes de la Vigésimo Primera
Semana Durante el Año
Lecturas de
hoy:
I Corintios
1, 17-25 / Salmo 32, 1-2. 4-5. 10-11 La tierra está llena del amor del Señor.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25,
1-13
El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que
fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y
cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de
aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de
aceite sus frascos. Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y
se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: «Ya viene el esposo,
salgan a su encuentro.»
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus
lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: «¿Podrían darnos un poco de
aceite, porque nuestras lámparas se apagan?» Pero estas les respondieron: «No
va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado.»
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas
entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las
otras jóvenes y dijeron: «Señor, señor, ábrenos», pero él respondió: «Les
aseguro que no las conozco.»
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.
Palabra del Señor.
MEDITACION
En el evangelio el Señor nos advierte sobre la forma
de esperar la instauración plena del Reino: lo sabio o “prudente” es estar
preparados siempre, porque nadie sabe «el
día ni la hora».
Mientras la “sabiduría” del mundo dice: “hay que
aprovechar, porque después de esta vida no hay otra”, Pablo nos señala «¿Acaso Dios no ha demostrado que la
sabiduría del mundo es una necedad?» (1L). Dicho de otra manera: ¿acaso nuestra fe
no nos ha dicho que sí hay “otra vida” (y no hay que esperar hasta después de
ésta), que es mejor y más bella que la materialista y egoísta que se ha
enseñoreado de nuestras sociedades?.
Pero, ojo, mucha atención. Porque poner la esperanza
en “otra vida”, entendiéndolo como un más allá indeterminado, ha sido una
trampa, una distorsión y una distracción que ha hecho mucho daño a la propia fe
en el Dios Amor (1 Jn 4,8), en su Hijo compasivo con nuestras necesidades (Mt 9,36) y en el Espíritu
animador de lo bueno que realizamos (cf Rm 8,17). Y, por extensión, le ha hecho mucho
daño a los pequeños del mundo quienes tienen derecho a esperar auxilio de la Iglesia que sigue «a un Cristo crucificado» (1L), por dar
la vida hasta el extremo (Jn 13,1), como expresión máxima de servicio (Mt 20,28), demostrando que «él ama la justicia y el derecho, y la
tierra está llena de su amor» (Sal).
Por eso, no hay que reducir esa expresión (“la otra
vida”), sino darle toda la amplitud que merecen las realidades divinas: una
vida en abundancia (cf Jn 10,10), la que comienza desde ya cuando sus seguidores nos
convencemos de que debemos vivir en relaciones fraternas con los demás (Lc 10,29-37).
Estar preparados, entonces, no es tener velas
encendidas, por más santuarios que visitemos, sino que Él nos encuentre
viviendo su mandamiento de amor (Mt 22,36-39).
Sacúdenos del sopor de la rutina cotidiana, Señor,
para que estemos atentos a tu llegada diaria en la persona del necesitado y del
hermano que precisa de nuestro apoyo y así, sin darnos cuenta siquiera,
estaremos listos cuando decidas volver. Así sea.
Con Paz, Amor y
Alegría optando por la luz del Reino,
Miguel.
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