Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

jueves, 30 de agosto de 2012

Liberarse de normas humanas que impiden crecer en el Amor


PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
2 de septiembre de 2012
Vigésimo Segundo Domingo Durante el Año

Lecturas de hoy:
Deuteronomio 4, 1-2. 6-8 / Salmo 14, 2-5 Señor, ¿quién se habitará en tu Casa? / Santiago 1, 17-18. 21-22. 27

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     7, 1-8. 14-15. 21-23
    Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.
    Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce y de las camas.
    Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?»
    Él les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice:
        "Este pueblo me honra con los labios,
        pero su corazón está lejos de mí.
        En vano me rinde culto:
        las doctrinas que enseñan
        no son sino preceptos humanos".
    Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres».
    Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: «Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre».
Palabra del Señor.

MEDITACION
Toda religión corre el riesgo de sufrir la desviación de llegar a considerar más importantes las formas que se han ido creando con el paso del tiempo, que el contenido profundo y original de ella.
Entrar o “habitar” en la “casa de Dios” es poder estar en la presencia de lo más sagrado: es la intimidad con el mismo Señor es lo opuesto a «su corazón está lejos de mí». Y son acogidos ahí más que aquellos que siguen «prácticas, a las que están aferrados por tradición»; más que quien sólo le «honra con los labios», porque «dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres» (cf. Hch 5,29). Mucho más que todo eso externo, entonces, se entra en comunión con Dios cuando se observa «los mandamientos del Señor, su Dios, tal como yo se los prescribo» (1L), porque «todo lo que es bueno y perfecto es un don de lo alto y desciende del Padre» (2L). En resumen, habita la casa de Dios o entra en comunión profunda con Él (cf. Jn 14,23): «el que procede rectamente y practica la justicia» (Sal).
El Maestro desplegó mucho tiempo y energía en despejar de esos lastres la fe del Pueblo de Dios, para liberarlo. Sería muy apropiado preguntarnos si en nuestra forma de vivir la fe hay también cadenas que nos pesan, manifestadas en una recarga de obligaciones que terminan por alejarnos del culto auténtico: «Este es el ayuno que yo amo -oráculo del Señor-: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor» (Is 58,6-8; cf.1 Jn 4,20-21; Miq 6,6-8).

Danos de tu sabia libertad, Señor, para descubrir lo que nos hace crecer y ser capaces de intentar vivir la fraternidad activa, una y otra vez, tomados de tu mano, hasta entrar en tu casa, si así lo quiere tu misericordioso corazón. Amén.

Con Paz, Amor y Alegría  para entrar en comunión con Dios,
Miguel.

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