14 de agosto de 2012
Martes de la Décimo Novena Semana Durante el
Año
Lecturas de
hoy:
Ezequiel
2, 8—3, 4 / Salmo 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131 ¡Señor, qué dulce es tu palabra para mi
boca!
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 18,
1-5. 10. 12-14
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para
preguntarle: «¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?»
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo:
«Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en
el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño,
será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos
pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños,
porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en
presencia de mi Padre celestial.
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de
ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir
a buscar la que se extravió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se
alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la
misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo
de estos pequeños.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Nuestra sociedad pasó en unas cuantas décadas de la tragedia
de la desnutrición a los tiempos de los trastornos alimentarios: obesidad,
anorexia, bulimia… Aparte de la constatación de que éstos últimos son
característicos de sociedades consumistas, por tanto, con grandes rasgos
superficiales y egoístas, esta situación también nos hace meditar en la
importancia de todo lo relacionado con la nutrición para la vida.
Durante estos últimos Domingo, el Señor ha insistido en que
el alimento que viene de Dios, con los nutrientes para un espíritu vigoroso y
sano, es Él mismo; por lo que nos es necesario, en beneficio de nuestra buena
salud, “comerlo”.
Por cierto, la manera más física que tenemos al alcance para
hacerlo es en el maravilloso don de la Eucaristía; pero sería disminuir el misterio
divino, creer que ahí se agota todo.
En la primera lectura, el profeta nos relata que el Señor lo
conminó: «alimenta tu vientre y llena tus entrañas con este libro que yo te doy»,
para, posteriormente, enviarlo, señalándole: «dirígete a los israelitas y
comunícales mis palabras» (1L), con lo que se nos recuerda que la alimentación
debe ser integral, también necesitamos alimentarnos de su Palabra, para
imbuirnos, de la voluntad del Padre y empaparnos del ejemplo de su Hijo,
nuestro Maestro.
El Pan de Vida es Jesús, pero en su integralidad: nos
alimentamos de Él cuando compartimos el pan eucarístico, junto con hacer
nuestras las palabras del Salmo: «tus prescripciones son todo mi deleite, y tus
preceptos, mis consejeros» (Sal). Y se nota que nos alimentamos de esa manera,
cuando cada uno se hace «pequeño como este niño», actuando con la actitud
sencilla y dispuesta de los infantes, sabiduría que hace ser «el más grande en
el Reino de los Cielos».
Permite que asimilemos correctamente el alimento de Vida
plena, que eres Tú mismo, Señor, creciendo en sencillez, haciéndonos pequeños
para el Reino. Que así sea.
Alimentados del
Pan de Vida para practicar la Paz,
el Amor y la Alegría,
a ejemplo de Cristo,
Miguel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario