16 de julio de 2012
NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN
Lecturas de
hoy:
I Reyes
18, 1-2. 41-46 / Salmo 129, 1-8 Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir? /Gal 4, 4-7
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Juan 19,
25-27
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su
madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él
amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo".
Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre".
Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Dejemos que el Papa nos
enseñe: “El Carmelo, alto promontorio que se yergue en la costa oriental del
Mar Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus faldas numerosas grutas
naturales, predilectas de los eremitas. El más célebre de estos hombres de Dios
fue el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes de Cristo defendió
valientemente de la contaminación de los cultos idolátricos la pureza de la fe
en el Dios único y verdadero. Inspirándose en la figura de Elías, surgió la Orden contemplativa de los ‘Carmelitas’,
familia religiosa que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa
de Ávila, Juan de la Cruz,
Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en el siglo, Edith Stein). Los Carmelitas
han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima Virgen
del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de contemplación y de
dedicación a Dios. María, en efecto, antes y de modo insuperable, creyó y
experimentó que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro
del hombre con Dios.”. (Benedicto
XVI, 15/07/2006)
Además, recordemos que esos
primeros carmelitas identificaron la pequeña nube sobre aquel monte que logra
terminar con la sequía (1L) con la madre de Jesús, la Mujer (con mayúscula) a
quien le encomienda la
Humanidad, representada en el «discípulo a quien él amaba».
Por eso, millones de personas que sienten de esta manera: «Desde lo más profundo te invoco, Señor, ¡Señor, oye mi voz!» y,
confiando en su palabra (Sal),
dirigen sus súplicas hacia la “heredera por la gracia de Dios” (2L), bajo las diversas advocaciones conocidas; una de las cuales es la
que hoy celebramos, incluso civilmente, debido a que los jefes patriotas de la Independencia la
hicieron su Patrona y desde entonces Chile, como aquél discípulo «la recibió en su casa».
Todo bien hasta ahí, pero
nada de lo anterior tiene sentido si nosotros no la acogemos, tal como invita
el Santo Padre, como modelo de oración, de contemplación y de dedicación a Dios.
Buen día éste, entonces, para revisar nuestra devoción por la Madre de Dios.
Permite, Padre de esta hija
destacada tuya, junto a Ti, Hijo carnal suyo, y el Espíritu Santo, quien la
cubrió con su Sombra en la
Encarnación, que la intercesión de la Virgen, en su advocación
del Monte Carmelo, “nos ayude y nos haga llegar hasta Cristo, monte de
salvación”. Así sea.
Intentando estar
atentos a los Profetas de la Paz,
el Amor y la Alegría,
Miguel.
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