14 de julio de 2012
Sábado de la Decimo Cuarta Semana
Lecturas de
hoy:
Isaías
6, 1-8 / Salmo 92, 1-2.5 ¡Reina el Señor, revestido de majestad!
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 10,
24-33
Jesús dijo a sus apóstoles:
«El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más
que su dueño. Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su
dueño. Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa!
No los teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que
no deba ser conocido. Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno
día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas.
No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el
alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena.
¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin
embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre
que está en el cielo. Ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman
entonces, porque valen más que muchos pájaros.
Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo los
reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre
que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
En el contexto de los
evangelios sobre la misión nuestra, que nace de nuestro bautismo, y sobre la
que hemos estado meditando durante este tiempo, junto con Isaías oímos «la voz del Señor que decía: “¿A quién
enviaré y quién irá por nosotros?”» y con Él, podemos y debemos responder: «¡Aquí estoy: envíame!» (1L). El diálogo continúa con sus advertencias sobre las consecuencias que
esto nos traerá: la persecución. Pero, a la vez nos advierte: «No temas, porque
yo estoy contigo, no te inquietes, porque yo soy tu Dios; yo te fortalezco y te
ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa.» (Is 41,10), porque
valemos más que muchos bellos y libres pájaros del cielo y ningún poder, ni el
de «los que matan el cuerpo, pero no
pueden matar el alma» es mayor que el suyo que «está firme desde siempre», ya que existe «desde la eternidad» (Sal).
¿Hemos escuchado al oído el
susurro de Dios que nos ha manifestado que nos ama?. Vamos a proclamarlo «desde
lo alto de las casas».
No hay nada nuestro oculto o
secreto que no sea conocido por ti, Señor: conoces todas nuestras miserias,
pero también nuestros deseos de serte fieles. Auxíílianos en nuestras
contradicciones, danos lo que nos falta para vencer nuestros temores y los
estragos que causa nuestra naturaleza herida, junto con el valor y la confianza
para ser eficientes misioneros del Reino. Así sea.
Intentando estar
atentos a los Profetas de la Paz,
el Amor y la Alegría,
Miguel.
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