7 de julio de 2012
Sábado de la Décimo Tercera
Semana Durante el Año
Lecturas de
hoy:
Amós 9, 11-15 / Salmo 84, 9. 11-14 El Señor promete la paz para su pueblo.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 9,
14-17
Se acercaron los discípulos de Juan y le dijeron: «¿Por qué
tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?»
Jesús les respondió: «¿Acaso los amigos del esposo pueden
estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el
esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido
viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más
grande.
Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres
revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se
pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Recientemente se admiraba
el Papa del Apóstol Pablo, quien escribiendo la Carta a los Filipenses en la
cárcel, próximo a su ejecución, “manifiesta la alegría de ser discípulo de
Cristo, de poder ir a su encuentro, hasta el punto de que no ve la muerte como
una pérdida, sino como una ganancia. En el último capítulo de la Carta hay una fuerte
invitación a la alegría, característica fundamental del ser cristianos y de
nuestra oración. San Pablo escribe: «Alegraos siempre en el Señor; os lo repito,
alegraos» (Flp 4, 4).” (Audiencia
General 28/06/2012).
“Característica fundamental del ser cristianos
y de nuestra oración”. Pero, ¿se verá así? ¿es la imagen que proyectamos los
discípulos de Jesús?. El, metafóricamente lo dice con esta imagen: «¿Acaso los
amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos?». Entonces, si el « Emanuel, que traducido significa: "Dios
con nosotros"» (Mt
1,23) es el esposo de la humanidad (cf. 2 Cor 11,2), sigue estando con nosotros « hasta el fin del mundo » (Mt 28,20); además, tomando en cuenta las promesas del Señor acerca de
restaurar, reparar y cambiar nuestra suerte (1L) y también aquella preciosa
que dice: « El Amor
y la Verdad se
encontrarán, la Justicia
y la Paz se
abrazarán; la Verdad
brotará de la tierra y la
Justicia mirará desde el cielo » (Sal); es decir, conociendo en nuestro corazón que
éste –y todos nuestros “hoy”- « es el día que hizo el Señor: alegrémonos y
regocijémonos en él » (Sal
118,24), por lo que el gozo
debiese ser, tal como dice Benedicto XVI, característica fundamental de la
forma de vivir y celebrar nuestra fe y no tiene sentido que nos gane la
tristeza.
A menos, claro, que nuestra
fe no nos diga ni nos haga sentir todo esto…
Mañana en la Oración Colecta de
la Misa (la que
pronuncia el sacerdote después del Gloria), dirá: “concédenos una santa
alegría, para que, liberados de la servidumbre del pecado, alcancemos la
felicidad que no tiene fin”. Que así sea.
De la abundancia
del amor recibido, suplir las necesidades de Paz, Amor y Alegría de nuestros
hermanos,
Miguel.
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