9 de julio de 2012
Lunes de la Décimo Cuarta Semana
Durante el Año
Lecturas de
hoy:
Oseas
2, 16-18.21-22 / Salmo 144, 2-9 El Señor es bondadoso y compasivo.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 9,
18-26
Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se presentó
un alto jefe y, postrándose ante él, le dijo: «Señor, mi hija acaba de morir,
pero ven a imponerle tu mano y vivirá.» Jesús se levantó y lo siguió con sus
discípulos.
Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de
hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando:
«Con sólo tocar su manto, quedaré curada.» Jesús se dio vuelta, y al verla, le
dijo: «Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado.» Y desde ese instante la mujer
quedó curada.
Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban
música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo: «Retírense, la niña no está
muerta, sino que duerme.» Y se reían de él. Cuando hicieron salir a la gente,
él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó. Y esta noticia se divulgó por
aquella región.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Hace un par de Domingo,
Marcos nos narraba estas mismas escenas del evangelio con mayor detalle. Lucas
destaca lo esencial: Jesús, “rostro humano de Dios y rostro divino del hombre”, como le llamó en
alguna oportunidad el papa Juan Pablo II, actúa igual a como lo haría su Padre,
el que « es bondadoso y compasivo » (Sal). El profeta Oseas, al transmitirnos palabras de Dios, da señas de sus
sentimientos hacia la humanidad, porque, refiriéndose a su pueblo infiel: « Aquel día -oráculo del Señor- tú me
llamarás: “Mi Esposo” y ya no me llamarás: “Mi Baal.” Yo te desposaré para siempre, te desposaré en
la justicia y el derecho, en el amor y la misericordia; te desposaré en la
fidelidad, y tú conocerás al Señor» (1L).
¿Cómo actúa Jesús en el
evangelio hoy?: ante la solicitud del “alto jefe”, « se
levantó y lo siguió con sus discípulos » con absoluta prontitud y disponibilidad; alabó, confirmó la fe de la
hemorroísa y le aseguró su salvación mediante ella; reprendió la incredulidad y
la desesperanza de los que no ven más allá de la apariencia; se apiadó de la
niña y venciendo costumbres arraigadas en su cultura, tocó la muerte (era causa
de “impureza” ritual) y levantó a la niña.
Es la misma ternura,
dedicación, cariño y compasión de su Padre.
Concédenos la gracia,
Señor, de ser también dignos hijos del Padre de los Cielos, teniendo
sentimientos semejantes a los que manifestaste por quienes te necesitaban, de
manera de vivir nuestra misión de continuar construyendo tu Reino para el
bienestar y la felicidad de nuestros hermanos. Así sea.
Intentando estar
atentos a los Profetas de la Paz,
el Amor y la Alegría,
Miguel.
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