10 de julio de 2012
Martes de la Décimo Cuarta Semana
Durante el Año
Lecturas de
hoy:
Oseas
4, 1; 8, 4-7.11-13 / Salmo 113b, 3-7b.8-10 Pueblo de Israel, confía en el Señor.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 9,
32-38
En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a Jesús un
mudo que estaba endemoniado. El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a
hablar. La multitud, admirada, comentaba: «Jamás se vio nada igual en Israel.»
Pero los fariseos decían: «El expulsa a los demonios por
obra del Príncipe de los demonios.»
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando
en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las
enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban
fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante,
pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe
trabajadores para la cosecha.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
De a poco se fue socavando
la misión de Jesús. Si se «siembran
vientos, recogerán tempestades», dice Oseas (1L). Por ejemplo: a través del
viento de la maledicencia («expulsa a
los demonios por obra del Príncipe de los demonios»), la cosecha fue la tempestad que terminó
llevándolo a la cruz…
La cosecha del Señor, por
otra parte, es abundante, nunca se termina, porque como «nuestro Dios hace todo lo que quiere» (Sal), lo mueve la compasión de ver a todos los
humanos «fatigados y abatidos, como
ovejas que no tienen pastor», y nunca se cansa de recorrer ciudades y
pueblos enseñando, «proclamando la Buena Noticia del
Reino y curando todas las enfermedades y dolencias», porque es «el Testigo
fiel» (Apoc 1,5) de la misericordia divina, que se manifiesta
en la práctica de la justicia, situación que le acarreará la bienaventurada
persecución (cf. Mt 5,10), porque entonces y siempre «los hombres prefirieron las tinieblas a la
luz» (Jn 3,19) con la consecuencia de la muerte en cruz,
aceptada con plena conciencia por Él (cf. Flp 2,8; Jn 10,18).
La pregunta que corresponde
hoy es: ¿de qué tipo de siembras hacemos parte nosotros? ¿de la de vientos que
se oponen al Reino o de la del dueño de los amplios sembrados humanos
necesitados de la compasión de Dios, que actúa por medio de sus enviados, los
bautizados?
En ti ponemos nuestra fe,
Señor. Pero tú sabes que es débil, tanto que la más mínima tempestad la sacude
y nos hace tambalear, por eso te pedimos que nos fortalezcas, nos orientes
hacia tu luz y nos guíes en la labor de los trabajadores que requiere esa
cosecha abundante que profetizas. Amén.
Intentando estar
atentos a los Profetas de la Paz,
el Amor y la Alegría,
Miguel.
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