12 de julio de 2012
Jueves de la Décimo Cuarta Semana
Durante el Año
Lecturas de
hoy:
Oseas
11, 1-4.8-9 / Salmo 79, 2-3.15-16 Que brille tu rostro Señor y seremos salvados.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 10,
7-15
Jesús dijo a sus apóstoles:
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está
cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los
leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den
también gratuitamente. No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni
provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el
que trabaja merece su sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna
persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al
entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo
merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva
a ustedes.
Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al
irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. Les
aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos
rigurosamente que esa ciudad.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Continuando con el envío
que hizo a sus discípulos, que nos contaba Mateo ayer, hoy la narración
contiene instrucciones más específicas, donde destaca la confianza que deben
tener en que «Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de
aquellos que él llamó según su designio» (Rom 8,28), por lo
que debían confiar en que despojándose de todo lo que hace demasiado peso (cf.Heb 12,1) nunca les faltaría lo necesario para la tarea que les encomendara.
Lo segundo muy importante
es asumir que el bien que se hace es sólo retribuir lo que se nos ha dado
gratuitamente. Porque ¿quién decide cuánta inteligencia, sabiduría o elocuencia
va a tener?. Nadie, salvo Dios a quien debemos agradecer por habernos formado
de manera tan admirable, y es quien nos conoce hasta el fondo de nuestra alma ya
que nada de nuestro ser se le ocultaba, cuando éramos formados en lo secreto (cf. Sal 139,14-15), por lo que todo proviene de Él y sólo espera que le agradezcamos
sirviendo.
Así, se cumple la Palabra: «Yo los atraía con lazos humanos, con
ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus
mejillas» (1L). Este mensaje valía hace dos milenios y sigue
vigente hoy para nosotros.
Que brille tu rostro sobre
nosotros, Santo en medio de nuestro pueblo, y que esa luz ilumine nuestro
caminar de servicio para que todo el mundo te reconozca en tu amor y
misericordia. Amén.
Intentando estar
atentos a los Profetas de la Paz,
el Amor y la Alegría,
Miguel.
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