4 de julio de 2012
Miércoles de la Décimo Tercera
Semana Durante el Año
Lecturas de
hoy:
Amós 5, 14-15.21-24 / Salmo 49, 7-13. 16-17 Al que va por el buen camino, le haré gustar
la salvación de Dios.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 8,
28-34
Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los
gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros.
Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino. Y comenzaron a gritar:
«¿Que quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos
antes de tiempo?»
A cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo.
Los demonios suplicaron a Jesús: «Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara.»
El les dijo: «Vayan.» Ellos salieron y entraron en los cerdos: estos se
precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron.
Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la
noticia de todo lo que había sucedido con los endemoniados. Toda la ciudad
salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su
territorio.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Sabemos que “endemoniados”
se le llamaba en aquella época a quien padeciera cualquier enfermedad
incomprensible para la medicina (epilepsia, enfermedades mentales…). Y, como
suele suceder con lo que no entendemos –en ese tiempo y hoy también- la
reacción más fácil era aislarlos, de ahí que anduviesen entre los sepulcros.
El profeta nos advierte que
se espera de nosotros que busquemos « el bien
y no el mal, para que tengan vida, y así el Señor, Dios de los ejércitos,
estará con ustedes » (1L).
¿Es “el bien” o “el mal” la
situación de marginación social a la que se sometía a los “endemoniados”?.
Jesús, que es uno con el Padre (Jn
10,30) muestra activamente de qué
lado está Dios y cómo: se desplaza hacia una región pagana y se acerca
valientemente, porque « nadie podía pasar
por ese camino », a los desplazados de los desplazados (recordemos que para
su pueblo los no judíos eran inferiores) y los libera, haciendo que el mal sea
tragado por el mar (cf.
Apoc 19,20). Sin embargo, los
compatriotas de los sanados, en vez de celebrar su recuperación, expulsan a
quien les hizo perder la cantidad de dinero que valía una piara de cerdos…
Entonces, para no merecer
el reproche del Señor en el Salmo: «¿Cómo
te atreves a pregonar mis mandamientos y a mencionar mi alianza con tu boca,
tú, que aborreces toda enseñanza y te despreocupas de mis palabras?», es
justo y necesario “despojarnos del hombre viejo y sus obras” (Col 3,9) que pone el beneficio económico por sobre el bienestar de la persona,
y “revestirnos del hombre nuevo” (3,10), para, como Jesús, buscar hacer el bien entre
los marginados y así acercarles la misericordia de Dios.
Señor, que no necesitas
nuestras devociones ni sacrificios, sí necesitas, para que se construya tu
Reino en nuestra tierra, de nuestra piedad y misericordia hacia todo quien vive
necesidades físicas y espirituales, y, de esa manera, « el
derecho corra como el agua, y la justicia como un torrente inagotable » que inunde de tu amor a toda la humanidad.
Que así sea.
De la abundancia
del amor recibido, suplir las necesidades de Paz, Amor y Alegría de nuestros
hermanos,
Miguel.
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