Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

jueves, 21 de junio de 2012

Todos y cada uno somos Juan


PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
24 de junio de 2012
EL NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA

Lecturas de hoy:
Isaías 49, 1-6 / Salmo 138, 1-3. 13-15 Te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable. / Hechos 13, 22-26

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     1, 57-66. 80
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: «No, debe llamarse Juan.»
Ellos le decían: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre.»
Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: «Su nombre es Juan.»
Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: «¿Qué llegará a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.
Palabra del Señor.

MEDITACION
El Bautista es un caso especial en el santoral católico, ya que es celebrado dos veces durante el año: para su muerte, como es norma; y en su nacimiento, como hoy, privilegio que comparte sólo con Jesús y María. Esto nos da una idea de lo importante que fue y es en nuestra fe. Él fue llamado « desde el seno materno » para ser Su servidor destinado « a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra » (1L). « Porque la mano del Señor estaba con él. » (Ev).  Como precursor suyo que era, para ayudar a su pueblo a prepararse para la venida del « Salvador, que es Jesús… Juan había predicado un bautismo de penitencia » (2L). Eso y las cosas maravillosas que rodearon su nacimiento no evitan que humildemente reconozca « sepan que después de mí viene aquel a quien yo no soy digno de desatar las sandalias » (1L). Una vez más, como corresponde en el Reino, el humilde ha sido ensalzado (Lc 14,11; Ez 21,31).
Sin embargo, el de Juan no es un caso absolutamente excepcional, ya que todos y cada uno de nosotros podemos decir con el salmista «Señor, tú me sondeas y me conoces, tú sabes si me siento o me levanto; de lejos percibes lo que pienso, te das cuenta si camino o si descanso, y todos mis pasos te son familiares. Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de mi madre».
Todos y cada uno de los bautizados hemos recibido una boca como « espada afilada » para proclamar « lo que hemos visto y oído » (1 Jn 1,3), que parte por reconocer que « soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza » (1L), tanta confianza nos tiene que nos da la misión de « ser la luz de las naciones » (1L; cf. Mt 5,14) y, como Zacarías, recuperar el habla que nos quitó el miedo y la comodidad para comenzar « a alabar a Dios » (Ev).
Es decir, todos y cada uno somos Juan, precursores del Señor, voz que grita en el desierto poblado de soledades y desesperanzas que es nuestra sociedad, donde Él aún no ha llegado o donde haya sido olvidado.

Señor, tú nos envías a ir delante de ti gritando que allanen los caminos de la soberbia y enderecen los senderos de las acciones torcidas, a ejemplo de nuestro hermano el Bautista. Sigue formando de manera tan admirable nuestra voluntad y fortaleciendo nuestro espíritu para ser fieles servidores tuyos en esta y todas las tareas que nos encomiendas con la dignidad del discípulo misionero, pero a la vez con la clara conciencia de que no somos dignos de desatarte las sandalias.

Como Juan, precursores del Señor de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.

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