20 de junio de 2012
Miércoles de la Undécima Semana
Durante el Año
Lecturas de
hoy:
lI Reyes
2, 1. 6-14 / Salmo 30, 20. 21. 24 Sean fuertes y valerosos, todos los que esperan en el Señor.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 6,
1-6. 16-18
Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los
hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna
recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no
lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y
en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya
tienen su recompensa.
Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que
hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo
secreto, te recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos
les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para
ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra
la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo
secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los
hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro
que con eso, ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu
rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre
que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Palabra del Señor.
MEDITACION
La liturgia de hoy nos trae nuevamente este evangelio,
propio del inicio de la
Cuaresma, tal vez como inspiración del Espíritu Santo para
recordarnos la necesidad en todo tiempo –para purificar y mejorar nuestra vida
de fe (Tob 12,9)- de las prácticas de la limosna («la
limosna es, para todos los que la hacen, una ofrenda valiosa a los ojos del
Altísimo » Tob 4,11; cf 2 Cor 9,7), la oración («La oración
del pobre va de su boca a los oídos del Señor, y la sentencia divina no se hace
esperar » Eclo 21,5 cf. 1 Rey 9,3) y el ayuno («Pero aún
ahora -oráculo del Señor- vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y
lamentos » Jl 2,12).
Claro que previniendo que estos ritos no queden en lo
externo, sino arrastren las acciones: « Este es el ayuno que yo amo
-oráculo del Señor-: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo,
dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan
con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo
y no despreocuparte de tu propia carne. Entonces despuntará tu luz como la
aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia
y detrás de ti irá la gloria del Señor » Is 58,6-8 cf. Jl 2,13). Además,
por los mismos motivos de purificación y fortalecimiento de nuestra relación
con Dios, Jesús llama a desechar la tentación de la hipocresía « Porque si
vives conforme a la verdad, te irá bien en todas tus obras » (Tob 4,6).
Quien así vive, podría escuchar de los demás « ¡Ah, si
pudiera recibir las dos terceras partes de tu espíritu! » (1L)
Usemos palabras de la escrituras para completar nuestra
meditación: «Cuando mi alma desfallecía, me acordé del Señor, y mi oración
llegó hasta ti, hasta tu santo Templo. Los que veneran ídolos vanos abandonan
su fidelidad, pero yo, en acción de gracias, te ofreceré sacrificios y cumpliré
mis votos: ¡La salvación viene del Señor! (Jon 2,8-10) « Bendito
sea Dios, que no rechazó mi oración ni apartó de mí su misericordia » (Sal
66,20) «¡Qué grande es tu bondad, Señor! Tú la reservas para tus
fieles; y la brindas a los que se refugian en ti » (Sal)
Trabajando para
que germinen las semillas de Paz, Amor y Alegría del Reino,
Miguel.
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