2 de junio de 2012
Sábado de la Octava Semana del
Tiempo Común
Lecturas de
hoy:
Judas 17, 20-25 / Salmo 62, 2-6 Mi alma tiene sed de ti, Señor, Dios mío.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 11,
27-33
Y llegaron de nuevo a Jerusalén. Mientras Jesús caminaba por
el Templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercaron a él
y le dijeron: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad
para hacerlo?»
Jesús les respondió: «Yo también quiero hacerles una sola
pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas.
Díganme: el bautismo de Juan, ¿venía del cielo o de los hombres?»
Ellos se hacían este razonamiento: «Si contestamos:
"Del cielo", él nos dirá: "¿Por qué no creyeron en él? ¿Diremos
entonces: "De los hombres?"» Pero como temían al pueblo, porque todos
consideraban que Juan había sido realmente un profeta, respondieron a Jesús:
«No sabemos.»
Y él les respondió: «Yo tampoco les diré con qué autoridad
hago estas cosas.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
El apóstol Judas tiene muy presente en su corazón
las enseñanzas de su Maestro. Y hasta es posible que estuviese presente en el
episodio que nos trae el evangelio de hoy. Ahí pudo aprender la lección que nos
da hoy en la primera lectura: « Traten de convencer a los
que tienen dudas, y sálvenlos librándolos del fuego. En cuanto a los demás,
tengan piedad de ellos, pero con cuidado, aborreciendo hasta la túnica
contaminada por su cuerpo ». Es decir, no vale la
pena perder tiempo con aquellos que aparentan interés en las cosas de Dios,
pero en realidad buscan pretextos para hacer caer. En cambio, si encontramos o
reconocemos a alguien que en sus actitudes (más allá de las palabras) expresa: « Señor, tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de
ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua » (Sal), a esa persona debemos esforzarnos por ayudarla a saciar esa
necesidad que está inscrita en su naturaleza.
Pero para poder hacerlo, debemos pedirle al Señor
por sabiduría para darnos cuenta a tiempo de esos requerimientos de nuestros
hermanos y para dar la palabra y el testimonio apropiado.
Espíritu Santo, fuente de todo buen don, pon en
nosotros las gracias necesarias para realizar lo que la Palabra nos inspira este
día y siempre. Amén.
Con el impulso
del Espíritu Santo, manifestación de la
Paz, el Amor y la
Alegría,
Miguel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario