11 de junio de 2012
Lunes de la Décima Semana del
Tiempo Común
Lecturas de
hoy:
I Reyes 17, 1-6 / Salmo 120, 1-8 La
ayuda me viene del Señor.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 4,
25—5, 12
Lo seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén,
de Judea y de la
Transjordania.
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y
sus discípulos se acercaron a él.
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos
les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en
herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque
serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados
hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia,
porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y
cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una
gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que
los precedieron.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Todos buscamos la
felicidad. Casi todo lo que realizamos apunta a lograr ese objetivo. El problema
que causa confusión es que por todas partes hay campanas y sirenas que indican
en lugares disímiles y contradictorios que ahí se encuentra este bien tan
preciado y escaso. Por su parte, el concepto de felicidad que presenta Jesús no
es muy popular. Claramente debido a que el individualismo y el egoísmo
–manifestaciones del pecado personal y estructural que nos agobia- ciegan la
mirada a las manifestaciones del Señor que quiere contagiarnos su gozo y que
éste sea perfecto (cf. Jn 15,11)
Para quien pone en primer
lugar de su jerarquía de valores el bienestar material, una fábula en la
primera lectura recuerda que Dios provee, al contar que después de enviarlo a
alejarse, le indica al gran profeta Elías que Él ha « mandado
a los cuervos que te provean allí de alimento », idea que refuerza el Salmo: « Levanto
mis ojos a las montañas: ¿de dónde me vendrá la ayuda? La ayuda me viene del
Señor, que hizo el cielo y la tierra ».
Pero, existe la advertencia
para el que quiera ser fiel: desde el punto de vista del Reino, que es el de
Jesús –la « causa » de él- cuando se
actúa como enseñó el Maestro, sirviendo, practicando la justicia, se choca
contra quienes quieren convencernos que el mundo no se mueve así, por lo que se
reciben insultos y persecuciones.
El Señor provee no sólo de
lo material, sino de todo lo necesario y lo anuncia precisamente en la montaña
a donde dirigieron los ojos sus contemporáneos: si estamos afligidos, nos dará
consuelo; si hambrientos y sedientos de justicia, seremos saciados… A la vez es
la fuente de todo bien: los pacientes heredan la tierra; los misericordiosos
obtienen misericordia; los de corazón puro encuentran a Dios… etc.
Acojámonos a su auxilio amoroso en toda situación,
especialmente en la dificultad, recordando cuando nos dijo: « Ustedes ahora
están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les
podrá quitar. » (Jn 16,22).
Señor, que nos contaste que había más gozo en el cielo por
una sola conversión que por los que no necesitan convertirse, cambia nuestro
corazón, inspirándonos a servir como tú, amar como tú, consolar como tú, para
compartir la alegría del Reino entre nosotros y contigo. Así sea.
Paz, Amor y
Alegría alimentados por su entrega total,
Miguel.
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