9 de junio de 2012
Sábado de la Novena Semana del
Tiempo Común
Lecturas de
hoy:
Timoteo 4, 1-8 / Salmo 70, 8-9.14-17.22 Mi boca contará tu auxilio, Señor.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 12,
38-44
Jesús enseñaba a la multitud: "Cuídense de los
escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en
las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y en los banquetes;
que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos
serán juzgados con más severidad".
Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y
miraba como la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.
Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre.
Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre
viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo
que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo
que tenía para vivir".
Palabra del Señor.
MEDITACION
Pablo parece profetizar el momento que vivimos, cuando le
dice a Timoteo: « llegará el
tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario,
llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les
alaguen los oídos, y se apartarán de la verdad para escuchar cosas
fantasiosas.» (1L)
Hoy que existen los “supermercados de las creencias” (tomo
algo de aquí y otro poco de allá, sin comprometerme a nada), existen “maestros”
que ofrecen enseñanzas que contienen retazos de cristianismo, orientalismos
varios, esoterismo y pizcas de obviedades de pergaminos de librería. Todo para
el crecimiento personal “autista”, sin referencias al prójimo, mucho menos
donación y generosidad en el sentido cristiano.
Sin embargo, también en el tiempo de Jesús, había personajes
que ostentaban el título de maestros, aprovechándose de su dignidad para
abusar. Como significativa contraposición, frente a los « que devoran los bienes de las viudas », pone
precisamente a una mujer en esa condición, -que, es bueno recordarlo: estaban
junto a los huérfanos y los extranjeros, entre los más pobres de la sociedad-
como más generosa que « cualquiera
de los otros ».
« Los que aman tu ley gozan de una gran paz, nada los
hace tropezar » (Sal 118,166), ni la confusión de creencias, ni
el aprovechamiento injusto de los demás, ni el egoísmo.
Danos fidelidad para vivir como los que aman tu ley, Señor.
Y, si es tu voluntad, poder gozar de tu paz y no caer en tentación, para hacer
siempre el bien, abriendo el corazón generoso como el de la viuda y como
quieres y esperas de nosotros. Así, nuestra boca anunciará incesantemente tus
actos de justicia y salvación y celebrar tus proezas, Señor, evocando tu
justicia, que es sólo tuya.. Amén.
Paz, Amor y
Alegría unidos al Dios Comunidad,
Miguel.
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