6 de junio de 2012
Miércoles de la Novena Semana del
Tiempo Común
Lecturas de
hoy:
Timoteo 1, 1-3. 6-12 / Salmo 122, 1-2 Levanto
mis ojos hacia ti, Señor.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 12,
18-27
Se acercaron a Jesús unos saduceos, que son los que niegan
la resurrección, y le propusieron este caso: «Maestro, Moisés nos ha ordenado
lo siguiente: "Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano,
para darle descendencia, se case con la viuda."
Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió
sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda y también murió sin tener
hijos; lo mismo ocurrió con el tercero; y así ninguno de los siete dejó
descendencia. Después de todos ellos, murió la mujer. Cuando resuciten los
muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?»
Jesús les dijo: «¿No será que ustedes están equivocados por
no comprender las Escrituras ni el poder de Dios? Cuando resuciten los muertos,
ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles en el
cielo. Y con respecto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído en el
Libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, lo que Dios le dijo: Yo soy el Dios
de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? El no es un Dios de muertos,
sino de vivientes. Ustedes están en un grave error.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Se cuenta que había un matrimonio muy unido. Fallece primero
ella; cuando le toca el turno a él lo primero que hace es buscarla y, al
encontrase, le dice: “¡al fin! ¡te eché tanto de menos!”, a lo que ella
replica: “momentito… el contrato decía clarito ‘hasta que la muerte los
separe’…”
El chiste, tal como los saduceos, pretende trasladar
mecánicamente las relaciones y las diversas situaciones terrestres a la vida
eterna en el regazo de Dios, « la promesa de Vida que está en Cristo
Jesús» (1L). Idea que el Señor desvirtúa tajantemente: « Cuando resuciten los muertos, ni
los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles en el cielo
» (Ev). « Porque él destruyó la muerte e hizo
brillar la vida incorruptible » (1L).
Sin embargo, el Maestro no se deja enredar en detalles y,
con sabiduría y conocimiento de las escrituras (utiliza un pasaje del Éxodo,
que los saduceos aceptaban como libro sagrado) fundamenta su fe en la
resurrección que ellos negaban.
Algunas enseñanzas para nosotros.
La primera, aunque parezca obvia: «¡Si no hay resurrección,
Cristo no resucitó! Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana
también la fe de ustedes.» (1 Cor 15,13-14); en segundo lugar, es necesario,
como exige Jesús « comprender
las Escrituras » (cf. Heb 5,12-14; 1 Pe 1,24-25); junto a
esto, debiésemos permanentemente decir como Job: « Yo sé que
tú lo puedes todo y que ningún proyecto es irrealizable para ti.» (42,2; cf.
Mt 19,26); y, en último lugar, según el orden de la respuesta de
Cristo a sus contradictores, pero tal vez siendo lo más importante: Dios no
está muerto, ni es « Dios de
muertos », más aún « si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en
nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros » (1 Juan
4,12).
Levantamos los ojos hacia ti, que habitas en el cielo, sin
olvidar que también estás presente en medio nuestro, porque te sabemos vivo y
todopoderoso, dando vida presente y eterna. Gracias, Señor, por tanto amor.
Paz, Amor y
Alegría unidos al Dios Comunidad,
Miguel.
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