PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
6 de mayo de 2012
Quinto Domingo de Pascua
Lecturas
de hoy:
Hechos
9, 26-31
/ Salmo 21, 26-28. 30-32 Te alabaré, Señor, en la gran asamblea./
I Juan 3, 18-24
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Juan 15, 1-8
Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el
viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo
poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo
les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el
sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no
permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que
permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada
pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira
y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras
permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes
den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Ninguna rama, de ninguna clase de árbol, es capaz de
producir fruto si no está unida al tronco. Eso, que es obvio aún para quien no
maneje el mínimo concepto de botánica, es el recordatorio que nos hace este día
Jesús. Y lo aplica a sí mismo en relación con quienes queramos ser sus
discípulos.
Quienes tenemos la gracia de haber sido invitados a
vivir nuestra fe en la Iglesia Católica, creemos que la unión con la vid se da
por medio de esta institución humana: “la Iglesia de Dios” (1 Cor 15, 9; Gal 1, 13) que nace desde los apóstoles y es guiada por el
Espíritu Santo, a la espera de que llegue “el Jefe de los pastores” (cf. 1 Pe 5, 1-4).
En esa conciencia, Pablo, luego de su encuentro con
Jesús, viajó a Jerusalén, a la Iglesia-madre, para unirse a ella, como vemos en
la primera lectura. Con eso recordamos que el cristiano auténtico no es un
“llanero solitario”, sino que debiese estar en comunión con otros cristianos (“Cumpliré mis votos delante de los fieles”
“Te alabaré, Señor, en la gran asamblea”, canta comunitariamente el Salmo).
Juan, en el extracto de la carta que es nuestra
segunda lectura, profundiza esto asociándolo al Mandamiento Nuevo del Señor: “No amemos solamente con la lengua y de
palabra, sino con obras y de verdad… y nos amemos los unos a los otros como él
nos ordenó”.
Cada sarmiento está unido a la vid y de esa manera a
todos los demás, por lo que, viviendo la fe en caridad, fraternidad y
solidaridad unos con otros se cumple la palabra del Señor: “La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y
así sean mis discípulos”. El fruto, por cierto es el amor. De esa manera
los demás reconocen a los discípulos del Dios Amor y de su Hijo que lo hizo
práctica entre nosotros (cf. Jn 13, 35; 1 Jn 4, 8).
Padre, Buen Viñador, danos la fidelidad que se
requiere para permanecer unidos a tu Hijo, la Vid verdadera. Concédenos, Señor,
que tu Santo Espíritu derrame tu amor en nuestros corazones para amarnos de la
manera que esperas de tus hijos. Poda lo que nos impide lograr todo aquello y
riéganos con tu misericordia eterna. Amén.
Paz, Amor y
Alegría para tu día y tu vida.
Miguel.
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