12 de mayo de 2012
Sábado de la Quinta Semana de
Pascua
Lecturas de
hoy:
Hechos 16, 1-10 / Salmo 99, 1-3. 5 Aclame al Señor toda la tierra.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Juan 15,
18-21
Jesús dijo a sus discípulos:
«Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí. Si
ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son
del mundo, sino que yo los elegí y los saqué de él, el mundo los odia.
Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande
que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si
fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes. Pero los
tratarán así a causa de mi Nombre, porque no conocen al que me envió.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
En el evangelio de Juan se entiende por «mundo» los
ambientes que se han cerrado a la acción de Dios y han rechazado a su enviado,
Jesús. Ellos odian y odiarán también a los que son fieles a la Palabra de amor que Dios
ha transmitido y es personificada por Jesús.
A Él lo odiaron antes. Es que el mundo no tolera que
no se promuevan, sino se vaya en contra de sus valores de materialismo (cf. Lc 21, 1-4), hedonismo (cf. Mt 5, 27-30), falsedad (cf. Jn 8, 44-45), autoritarismo
(cf. Mt 20, 25-28) y superstición (cf. Levítico
19, 31 y 20, 6), entre otros. Eso hizo Jesús. Eso hace
quien está en comunión con la vid verdadera. Nos cuenta reiteradamente el libro
de los Hechos, a modo de ejemplo, que el mundo manifiesta su odio
permanentemente hacia los apóstoles.
Hoy, cuando estamos viviendo aún las celebraciones
pascuales, podríamos sentirnos llamados a preguntarnos si los frutos que el
Resucitado espera de nosotros –de los cuales hemos estado hablando desde hace
días- además del bien para los favorecidos, acarrean malos ratos con los que
son del mundo. Si no fuese así, debiésemos revisar qué no anda bien en nuestro
actuar. Porque según la
Palabra de este día, la persecución es la señal para saber si
vivimos como quienes Él eligió y sacó del mundo.
Reconozcan que el Señor es Dios: él nos hizo y a él
pertenecemos; somos su pueblo y ovejas de su rebaño. Por eso ponemos nuestra
confianza en Ti, Señor, que nos darás valor para ser fieles a tu Palabra y para
aceptar las consecuencias que éstas nos traerán entre los que no conocen al que
te envío, nuestro Padre.
Unido al Árbol
de la Vida para
poder dar frutos de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.
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